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Otros pesebres en busca de otra sociedad

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Andrés Colmán Gutiérrez– @andrescolman

 María duerme plácidamente sobre el lecho de paja, mientras José juega muy divertido con el bebé Jesús en su regazo. Este “pesebre alternativo” –al que muchos consideran un pesebre feminista–, se denomina “Dejemos dormir a mamá” y es un regalo que le hicieron al papa Francisco por su 83 cumpleaños, quien lo alabó con mucho entusiasmo durante su mensaje de Navidad: “¡Cuántos de ustedes deben turnarse en la noche entre marido y mujer por el niño, la niña, que llora, y llora, llora!”.
Esta reinterpretación simbólica de los roles del hombre y la mujer por parte del máximo líder de una de las más importantes instituciones religiosas del mundo, tradicionalmente calificada de excesivamente conservadora, esta vez utilizando incluso el lenguaje inclusivo de nombrar al niño y la niña por igual, tiene un efecto de mucha trascendencia: El mundo está cambiando y sus efectos renovadores han llegado hasta el pesebre de Belén y hasta los salones del Vaticano.
Mucho más radical ha resultado el mensaje de la Iglesia Metodista Unida de la ciudad de Claremont, en el Estado de California, Estados Unidos, que presentó a San José, la Virgen María y el Niño Jesús encerrados en celdas separadas y rodeadas con alambre de púas, a manera de protesta contra las políticas represivas del presidente Donald Trump contra las familias latinas migrantes, a cuyos miembros han separado y encarcelado por no contar con documentos de residencias en regla. Hace más de veinte siglos la sagrada familia también tuvo que emigrar a Egipto para huir de la persecución del rey Herodes.
En la Catedral de Palermo, Italia, el arzobispo Corrado Lorefice decidió celebrar la misa de Navidad con la imagen de un Niño Jesús de piel negra, que le ha sido donada por misioneros de Tanzania, África, como una reivindicación a las familias de migrantes que llegan huyendo de persecuciones y que generalmente reciben el rechazo de las autoridades europeas y de un gran sector de los propios pobladores.
El controversial artista callejero británico Bansky instaló en el Walled Off Hotel de la misma simbólica e histórica ciudad de Belén, donde nació Jesús, un artístico pesebre junto a una réplica del muro que divide a Cisjordania de Israel. Sobre la imagen de la sagrada familia hay una estrella, pero es negra y hueca, y ha sido formada por el disparo de un mortero que atravesó el muro. Jugando con los símbolos y con las palabras en inglés, Bansky sustituye a la tradicional “Star of Bethlehem” (estrella de Belén) por la “Scar of Bethlehem" (Cicatriz de Belén), buscando llamar la atención de que el escenario en donde se originó la Navidad hace más de veinte siglos es la que menos puede celebrar hoy una verdadera “noche de paz”, debido al conflicto bélico que se mantiene desde la ocupación israelí de los territorios reclamados por Palestina.
En el Paraguay, aunque la Navidad sigue teniendo una representación principalmente tradicional o folclórica en las celebraciones religiosas, es posible encontrar imágenes de José, María y Jesús con rasgos indígenas guaraníes en algunos pesebres expuestos por artesanos y artesanas de Areguá, junto a esculturas de animales en peligro de extinción, como el jaguarete o el guyra campana, destacando una reivindicación de los pueblos originarios y un llamado a la protección del medioambiente.
Más que la presunta distorsión de un símbolo religioso universal, como cuestionan algunos sectores conservadores, los “pesebres alternativos” revelan la evolución de la conciencia humana ante realidades injustas. En una perspectiva histórica, el Redentor que eligió nacer entre los más pobres marcó una ruptura ante viejas estructuras para plantear la esperanza de lo nuevo. Si en la Judea invadida por el Imperio Romano aquel pesebre de pastores tenía un mensaje contra el sistema, es válido que los de hoy expresen las demandas feministas, migrantes, ambientalistas, indigenistas o pacifistas, como una manera de anunciar que otros modelos de sociedad también son posibles.

El pesebre de la Iglesia Metodista Unida de Claremont, California.
El Niño Jesús negro en la Catedral de Palermo, Italia.
El pesebre del artista Bansky en un hotel de Belén, junto al muro que divide a Cisjordania de Israel.
Pesebre indígena guaraní en Areguá, Paraguay.



Fantasmas en la ciudad

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Andrés Colmán Gutiérrez– @andrescolman

Están allí pero no los vemos o fingimos que no existen, como si no tuvieran rostros o se hubieran vueltos incorpóreos, igual que el personaje de la novela Garabombo el invisible, del escritor peruano Manuel Scorza. Otro escritor, el uruguayo Eduardo Galeano, los denomina Los Nadies, “los hijos de nadie, los dueños de nada... que valen menos que la bala que los mata”. En alguna rebelde canción, Manu Chao les da otro nombre: Fantasmas en la ciudad.

Lorenzo era uno de esos muchos Nadies. 
Indígena del pueblo Mbya Guaraní, recorría las calles de Asunción pidiendo limosnas, recogiendo cosas de la basura para sobrevivir. Cuando podía inhalaba cola de zapatero para engañar al hambre. Dormía en donde encontraba lugar. Fue así como esa madrugada del lunes 16 de diciembre de 2019 se acostó en el banco de una parada de bus sobre la calle Jejuí casi Montevideo, sin sospechar que el odio y la muerte andaban al acecho.
Las grabaciones de una cámara de vigilancia muestran al lujoso auto sin chapas pasar por el lugar a las 2.10 de la madrugada, detenerse, volver a circular para regresar una segunda y tercera vez. Entonces se ven los fogonazos desde el interior, certeros disparos que acabaron con la vida del indígena, cuya identidad no pudo ser determinada durante varios días, porque no tenía cédula y sus huellas digitales no figuraban en el sistema. 
Era un perfecto Nadie.
Si no fuera por la indignada presión de un reducido sector de la sociedad, no hubiera existido el esfuerzo policial para averiguar que el indígena asesinado se llamaba Lorenzo Silva Arce y había llegado desde una comunidad de Tacuatí, San Pedro. 
A más de dos meses, ni la Policía ni la Fiscalía han podido determinar quién fue el asesino ni cuál fue el móvil, aunque se maneja la hipótesis principal de que fue un crimen de odio. “Combata la pobreza: Mate a un indigente”, como pregonaba algún grafiti en la pared.
Todo hubiera quedado en el olvido y el opa rei, como acaban casi siempre los asesinatos de los Nadies, si no fuera por un grupo de personas, principalmente profesionales católicos, comunicadores, artistas e indigenistas, que decidieron juntarse cada lunes en el lugar en que lo mataron para recordarlo con canciones y oraciones, junto a reclamos de justicia. Como él no tenía familia conocida, crearon una comunidad en Facebook que se llama “Colectivo Somos la Familia de Lorenzo”.
La trágica historia de Lorenzo ha vuelto a repetirse muchas veces, de otras maneras. El caso más terrible es el de una niña indígena de 12 años, cuyos restos fueron hallados este martes 25 de febrero, dentro de una mochila, en posición fetal, con las manos atadas, en un baldío cerca de la Terminal de Ómnibus de Asunción. Ella fue presumiblemente víctima de abuso sexual y maltrato hasta morir. Fue identificada como Francisca Araujo, de pueblo Mbya Guaraní, una de las tantas y tantos Nadies que recorren las calles pidiendo monedas en los semáforos, expuestos a todo tipo de atropellos. Una más de los muchos fantasmas en la ciudad.
Podríamos cerrar esta columna con un justificado tono de trágico lamento y de indignada denuncia ante estas y otras numerosas situaciones que nos muestran a una sociedad podrida y deshumanizada, con personas que abusan y asesinan sin piedad y con impunidad a los más débiles, ante un sistema de Justicia que no está ni ahí, pero prefiero rescatar la otra cara: La de ese grupo de personas que se juntan los lunes a rezar y cantar en el mismo lugar donde mataron a Lorenzo, o la de quienes salieron a marchar pidiendo Justicia para la niña Francisca, las que alzan su voz y no dejan de actuar ante cada uno de estos crímenes horrendos.
Son estos ciudadanos y ciudadanas las que nos permiten seguir creyendo que otro Paraguay es posible. Los que le ponen nombres a los Nadies, los que hacen visibles a los invisibles, los que les dan rostros concretos y humanos a los fantasmas de la ciudad. Son quienes nos sostienen en la mejor esperanza.

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Publicado en la sección Opinión del diario Última Hora, columna “Al otro lado del silencio”, edición del sábado 29 de febrero de 2020.
La foto es del Colectivo Somos la Familia de Lorenzo.

Amoite Cerro Corápe…

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A 150 años, la muerte de López todavía conmociona al Paraguay

Andrés Colmán Gutiérrez  - @andrescolman
Fotos: Andrés Catalán
DESDE CERRO CORÁ, AMAMBAY


El Aquidabán Nigui es apenas un delgado hilo de agua que se desliza entre pedregullos y matorrales. Un arroyo tan pequeño, todavía limpio y transparente, que en su rumoroso fluir puede relatar sin embargo una historia tan inmensa, tan trágica y gloriosa a la vez, para quien sea capaz de comprender su hídrico lenguaje.
Así lo confirma la canción Cerro Corá del recordado poeta guaraní Félix Fernández y del gran músico Herminio Giménez:

“Osyry pe Aquidabán
culantrillomi apytépe
iñe’ême omombe’u
ñanderu omano hague”.

(Corre el Aquidabán
entre las hierbas de culantrillo
y en su lenguaje cuenta
que ha muerto nuestro padre).

–Fue aquí, en este mismo lugar, en donde mataron al mariscal López– dice Perla Vázquez, jefa del Parque Nacional Cerro Corá, señalando un punto entre los matorrales, a orillas del arroyito.
En el lugar señalado hay un monolito de piedra que envuelve a un busto de metal del mariscal Francisco Solano López, el presidente y jefe del Ejército paraguayo que resistió durante más de cinco años, desde 1864 hasta aquel 1 de marzo de 1870, a las tropas aliadas de Brasil, Argentina y Uruguay, en una de las guerras más cruentas y desiguales de la historia latinoamericana.
Fue aquí, hace exactamente 150 años, en donde la Guerra Guasu llegó a su fin.

La tumba del Mariscal López y su hijo Panchito, en el Parque Nacional Cerro Corá.

EL CERCO FINAL.
Son pocos los testimonios de primeras fuentes acerca de cómo fue la muerte de López en Cerro Corá, aquel 1 de marzo de 1870 y no siempre coinciden.
El sacerdote Fidel Maíz, que acompañó a López en gran parte de la contienda, narra en sus memorias que López y su ejército llegaron al valle rodeado de cerros el 8 de febrero de 1870 “apenas con algo más de 400 hombres, reducidos a la más postración, sin ropas ni víveres, sin más esperanza que sucumbir bajo la presión del hambre y de miserias increíbles”.
El ejército brasileño, al mando del general José Antonio Correa da Cámara, se había desplazado a la caza de López, junto a otros jefes militares como Floriano Peixoto, Francisco Antonio Martins, Silva Tavares y Silva Paranhos.
López instaló fuerzas para intentar contener el avance, pero los defensores nada pudieron hacer ante la superioridad numérica de los atacantes.
El general Isidoro Resquín, uno de los sobrevivientes, relata que “este último y sangriento combate en Cerro Corá duró nada menos que unos quince minutos (...) fue derrotado y vencido por completo el ejército (paraguayo), después de haber luchado cinco años, defendiendo la honra e integridad de su patria”.
En un primer enfrentamiento, el mariscal López, montado sobre su caballo, se enfrentó a golpes de espada con varios atacantes, ocasión en que fue herido de un lanzazo en el vientre por el brasileño Francisco Lacerda, el célebre Chico Diabo. También recibió un hachazo en la sien. Dos de sus oficiales lo cubrieron, para evitar que sea ultimado en ese lugar.

La cruz de los héroes, en un sector central del Parque. Derrama agua como lágrimas a una fuente.

LA MUERTE DE LÓPEZ.
El coronel Silvestre Aveiro, otro de los que acompañaron al mariscal López en ese momento final, cuenta que él le pidió que lo siga para salvarlo.
Se internaron a caballo en la espesura, hasta que ambos cayeron. Siguieron a pie, ayudándose, hasta orillas del Aquidabán Nigui. Se les unió el soldado Ignacio Ibarra. Fue allí donde fueron alcanzados por los brasileños. Apareció el general Cámara, quien según versiones le intimó a López a rendirse.
Relata el general Isidoro Resquín: “Al oír el mariscal López proferir semejantes palabras, les contestó con toda la energía de un valiente que no se rendía y que estaba dispuesto a sacrificar todo por su querida patria. Inmediatamente (...) recibió con heroísmo las balas de la fuerza de Brasil, con lo que entregó su vida al Creador”.
El coronel Silvestre Aveiro relata que Cámara intercambió algunas palabras con López, pero solo alcanzó a escuchar la palabra patria. “Después en Río de Janeiro se publicó y supe que cuando fue a intimarle rendición el general Cámara, había dicho López: ‘¿Me garante lo que le pido?’ Y con la repuesta de que no podía garantizarle más que la vida, había dicho: ‘¡Entonces muero con mi patria!’, levantando su espadín”.
Hasta ahora, 150 años después, se sigue discutiendo si López realmente pronunció la frase “muero con mi patria” o “muero por mi patria”.

Reliquias en el museo de entrada al Parque Cerro Corá.

MEJORAS EN EL PARQUE.
El lugar en donde el mariscal López fue ultimado, ocasión en que se puso fin a la Guerra Guasu, es hoy un Parque Nacional de 5.538 hectáreas, administrado por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades).
El Parque fue creado por decreto del dictador Alfredo Stroessner en 1976. Está ubicado en el Departamento de Amambay, en el Noreste del Paraguay, a 494 kilómetros de Asunción y a 40 kilómetros de la ciudad de Pedro Juan Caballero, junto a la frontera con el Brasil.
Un equipo de cinco guardaparques, dirigidos por una mujer, Perla Vázquez, se encarga del manejo y del control del espacio histórico y ambiental. Perla es pilarense y ocupa el cargo desde hace dos años. Es la primera mujer que dirige un parque nacional, rompiendo un esquema que hasta entonces había sido manejado solo por hombres. “Es una gran responsabilidad dirigir un espacio tan valioso, con tanta significación en la historia nacional. Recibimos muchos visitantes, durante el 2019 llegaron 16.750 personas, incluyendo a muchos turistas brasileños, argentinos y uruguayos, personas que son de países que pelearon contra el Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza, pero que sin embargo se declaran admiradores del mariscal López y muy a favor de la causa del Paraguay”, explica.
Ella relata que suele ver cómo muchos visitantes se emocionan y derraman lágrimas al llegar al lugar en donde López fue muerto por los soldados brasileños. “Es impresionante cómo la gente se sigue conmoviendo con esta historia, aunque haya transcurrido un siglo y medio”, apunta.
El Parque Cerro Corá, cuya infraestructura suele quedar olvidada durante gran parte del año, ha recibido un fuerte espaldarazo en obras de mejoramiento en la semana previa al 1 de marzo.
Cuando visitamos el lugar, varias cuadrillas de obreros trabajaban contra reloj, incluso con turnos nocturnos, para poder acabar a tiempo la reconstrucción de un sistema de pasarelas de metal, denominado Paseo de los Héroes, que conduce al sitio donde mataron a López, como a la simbólica tumba que le rinde homenaje a él y a su hijo Panchito, el coronel Juan Francisco López Lynch, asesinado a pocos metros de donde murió su padre, cuando solo tenía 15 años de edad. Además, se restauró el sistema hidráulico que arroja agua desde la gran cruz en el centro del parque y se dotaron rampas inclusivas al monumento principal, en donde se llevará a cabo el acto de evocación por los 150 años.

Visitantes en Cerro Corá, el mayor Hugo Ojeda y su familia,

EL MARISCAL EN LA MEMORIA.
A 150 años de su muerte, Francisco Solano López sigue provocando pasiones, dividiendo a sectores del Paraguay, como a los propios historiadores, en “Lopistas” y “antilopistas”, entre quienes lo consideran “héroe máximo” como a quienes lo llaman “tirano” y el principal responsable de una guerra que diezmó al Paraguay.
El historiador Hérib Caballero Campos declaró al periódico británico The Guardian que ningún otro país latinoamericano ha pasado por lo que pasó el Paraguay con la Guerra de la Triple Alianza. “Es por eso que (la Guerra) ha dejado una marca tan fuerte en la conciencia colectiva paraguaya”, indicó.
La figura de Francisco Solano López, declarado oficialmente como “Héroe Nacional sin Ejemplar” por el Gobierno del general Rafael Franco, en 1936, que decretó el 1 de marzo como el Día de los Héroes, ha sido reivindicado por gobiernos de grandes estadistas demócratas como el liberal Eligio Ayala, por dictaduras de derecha como la del general Alfredo Stroessner, mientras en las antípodas ideológicas, el entonces clandestino Partido Comunista Paraguayo mantenía un grupo de guerrilla que combatía a Stroessner con el nombre de Columna Mariscal López, bajo el mando del legendario comandante Agapito Valiente. También el actual grupo armado criminal denominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) adopta como símbolo al Mariscal López.
“El Lopismo es una construcción ideológica estructurada en los años 20, como forma local del nacionalismo. Como muchos nacionalismos, porta contenidos fuertemente antidemocráticos y militaristas, defendidos primero por los colorados, asumidos desde la década del 30 por el partido comunista paraguayo y por la derecha nacionalista liberal” ha señalado la historiadora Milda Rivarola, una de las investigadoras con posturas críticas ante la figura del mariscal.
Desde otro ámbito, el político e historiador uruguayo Vivia Trías, ha señalado que “los López demostraron que era posible y viable un modelo de desarrollo liberador de nuestras patrias. Probaron el acierto de Moreno y Artigas. Para que su experiencia fracasara hubo que aniquilarla con una guerra implacable y abrumadora. Pero la propia guerra demostró cuán difíciles, arduos e inciertos son el desarrollo y la liberación sin la unidad continental; en especial para las naciones pequeñas. La idea vive y es más necesaria que nunca. Hoy hay que unir patrias y no provincias. El problema es distinto, pero la solución es la misma: Unidad y liberación. Es un largo y dramático proceso, plagado de esperanzas y desengaños, de sombras y de luces. Entre las últimas, pocas tan deslumbrantes y alentadoras como el Paraguay de los López”.

La lista de los principales oficiales caídos en Cerro Corá. Monumento en el lugar.
CERRO CORÁ, A 150 AÑOS.
El mayor de Caballería Hugo Ojeda es uno de los visitantes a quien encontramos en Cerro Corá. Aprovechando días libres, él ha llegado desde Pilar con su esposa y su hija para conocer por primera vez el sitio donde murió el mariscal.
“Como paraguayo y como militar, admiro la manera en que defendió la soberanía territorial de nuestro país, el principio de nuestra indiferencia. Se puede hacer muchas críticas, pero tenía valores que pocos gobernantes tuvieron después”, señala.
Detrás de él y sus familiares encontramos a un grupo de visitantes brasileños. “A nosotros, en el Brasil, nos enseñan en la escuela que la Guerra del Paraguay fue para liberar al país de un tirano, pero creo que esa no es la verdad. Leí a otros autores que muestran que Solano López fue un héroe. Por eso venimos a conocer el lugar donde murió”, relata Moacir Ferreira, comerciante de Corumbá, Mato Grosso do Sul.
Tanto el militar paraguayo como el comerciante brasileño han coincidido aquí, 150 años después. Ambos se mantienen en silencio mirando al busto de metal de aquel hombre odiado o admirado, dejando que el rumor de las aguas del Aquidabán Nigui les cuente su propia historia.

Perla Vázquez, jefa encargada del Parque Nacional Cerro Corá, con su equipo de guardaparques.

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(Crónica publicada en la edición impresa del diario Última Horade Asunción, sección Política, edición del domingo 1 de marzo de 2020).

Es tiempo de lavarnos las manos y el alma

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Andrés Colmán Gutiérrez– @andrescolman

Podríamos quedarnos con las injustificables imágenes de los pobladores de diversos barrios de Asunción y otras ciudades que reclaman por largos días sin agua potable. ¿Cómo se entiende que el Ministerio de Salud exija lavarse las manos a cada rato para no contagiarse con el coronavirus, pero la Essap niegue el líquido vital? ¿O que la urgente solución a este drama no sea una prioridad para el Gobierno?
Podríamos quedarnos con las patéticas escenas de gente peleando a bordo de un ómnibus del transporte público, por la tensión entre la nueva disposición de que no suban pasajeros apretujados como en latas de sardina (como tendría que haber sido siempre) y el reclamo de quienes necesitan viajar “como sea” para llegar a sus lugares de trabajo y poder ganar el sustento diario.
Podríamos quedarnos con el lamentable cuadro de los comerciantes y dueños de farmacias que buscan lucrar con el miedo de la gente, alzando de manera abusiva los precios de los artículos más requeridos: Alcohol en gel, tapabocas, medicamentos, ante la inutilidad de los organismos encargados de proteger al consumidor.
Podríamos reiterar el conocido informe sobre un sistema de salud precario y colapsado en tiempos “normales” y en la apocalíptica suposición de lo que puede llegar a ocurrir si el Covid-19 se llega a expandir de manera incontrolada.
Sí, podríamos quedarnos con todo eso y mucho más... pero por esta vez propongo poner el foco en otros detalles, superar las teorías conspirativas y el hábito de ver solamente el lado oscuro de la luna, para rescatar algunas imágenes luminosas, aun ante el negro cuadro de la pandemia y las drásticas restricciones impuestas por las autoridades.
La vecina del barrio Sajonia, de Asunción, que instaló una mesita con una gran botella de alcohol en gel y toallas de papel en su vereda, a disposición de quienes pasen por el lugar. El supermercado de Ypacaraí que montó una cabina para el lavado de manos en la entrada del local, invitando a todos sus clientes a higienizarse antes de ingresar. Los empresarios que decidieron cerrar por catorce días sus locales y dar vacaciones a sus empleados, manteniendo sus salarios, aun sabiendo que van a perder mucho dinero. El intendente de Ciudad del Este que destinó lo recaudado en la Terminal de Ómnibus para construir un nuevo pabellón en el hospital regional, destinado exclusivamente a pacientes con coronavirus.
Son pequeñas y grandes acciones que denotan un espíritu de colaboración, de sacrificio y de solidaridad en un momento más que difícil. No es fácil cambiar pautas culturales de la noche a la mañana, pero la alarma está logrando que mucha gente valore el hábito de la higiene como un modo de proteger la salud personal y comunitaria. Y así como hubo cuestionables carreras consumistas en los supermercados y mucha información falsa corriendo en los teléfonos celulares, también empezaron a surgir maneras creativas de sentirse más juntos: Cadenas de oración a través de grupos de WhatsApp, conciertos musicales y propuestas artísticas que se pasan unos a otros por redes sociales en internet, platos de comida sobre las murallas, saludos y abrazos a distancia.
Las grandes crisis, las catástrofes, las situaciones límites, suelen sacar lo peor pero también lo mejor del ser humano. El forzado periodo de cuarentena nos traerá –además de situaciones de dolor y de pérdidas–, graves consecuencias económicas, pero también la oportunidad de aprender muchas cosas esenciales, como entender porqué necesitamos un mejor sistema de salud.
Ya tendremos la ocasión de seguir bajándole la caña a nuestras autoridades y reclamar justicia ante tantas arbitrariedades. Mientras, aprendamos a vivenciar los últimos versos de Jorge Drexler: “La paranoia y el miedo/ no son ni serán el modo/ de esta saldremos juntos/ poniendo codo con codo”.
Es tiempo de lavarnos las manos y el alma.

Crónica desde el borde del Apocalipsis

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Andrés Colmán Gutiérrez- @andrescolman

Algo parecido solo lo habíamos visto en imaginativas películas y series de televisión: Contagio, La Jetée, Virus, 12 Monos, The Hot Zone, Epidemia, Ceguera, A ciegas, Soy Leyenda o la camada del Apocalipsis zombie, principalmente The Walking Dead. Hasta que un día cerraron las salas de cine del mundo y los habitantes del planeta nos encontramos inmersos en una de esas apocalípticas tramas, sufriéndola en carne propia. La realidad copia a la ficción y encima nos toca un guionista despiadado.

Hoy tres gotitas de mocos en el aire son capaces de hacer temblar al mundo y doblegar a las más grandes potencias. En el desgarrado corazón de Sudamérica, antes que otros vecinos, nos vimos obligados a retomar la épica del Supremo doctor Francia: cerrar nuestras fronteras y aislarnos “sobre el núcleo de nuestra propia fuerza” para intentar sobrevivir.

La pandemia del Covid-19 llegó para enseñarnos cuánto vivíamos equivocados. Ya no son solamente los pobres e indigentes los apestados -como muchos habían creído ideológicamente-, sino también jefes de Estado, estrellas de cine, empresarios millonarios. El virus iguala a ricos y pobres, a cerristas y olimpistas, a ateos y creyentes, a católicos y musulmanes. El contagio llega por igual para naciones ultradesarrolladas como para países tercermundistas. Los muros con alambradas y los misiles no pueden detenerlo. Quizás solamente una red invisible pero constante de solidaridad y de fortaleza social comunitaria.

Al contrario de lo que el sistema dominante sostenía, hoy descubrimos que la ciencia es más importante que la economía. Un médico o una enfermera se han vuelto más necesarios que un futbolista o una celebridad de la farándula. Un hospital es más valioso y urgente que un shopping, un estadio o una autopista. Las cosas materiales que antes considerábamos fundamentales para construir nuestra comodidad han perdido su sentido de prioridad. Ahora lo primero es la vida. Mantenerse vivos. Sobrevivir, aunque tengamos que dejar que tantas otras cosas se disuelvan en la nada.

Recluidos a la fuerza en nuestros hogares como náufragos en medio del océano urbano o en islas de soledad, apreciamos el valor de la intimidad familiar o personal, la posibilidad de reflexionar. Nos convertimos en filósofos existencialistas. En medio de esta prisión casera descubrimos la necesidad de estar juntos, aun distanciados.

Internet, los teléfonos celulares y los medios de comunicación se nos han vuelto vitales herramientas para no caer en la desesperación. Entendemos el valor del arte como bálsamo para el espíritu. Asistimos a conciertos en línea y películas por streaming, nos abrazamos con el alma por teleconferencia.

Estamos con miedo. Reconocerlo no es cobardía. Hasta las iglesias y los templos han cerrado sus puertas, la fe, la oración y las creencias resultan muy válidas, pero no son suficientes. No existe un lugar seguro. No hay un búnker antinuclear que nos proteja. Lo único que nos puede salvar es la solidaridad, cuidarnos unos a otros, obedecer las reglas sanitarias, no discriminar a quienes padecen el contagio, acompañar críticamente y respaldar el trabajo de las autoridades, #QuedateEnCasa, #EpytaNdeRógape, sentirnos distanciados físicamente pero muy cerca en el corazón.

Aceptamos que la pandemia exige recortar libertades y derechos, pero no renunciamos a vigilar y exigir que todo se haga con valores de la democracia, con honestidad y transparencia. Nos queda aprender de esta emergencia global a ser más higiénicos, más respetuosos del medioambiente, cuidadores de nuestra madre tierra, más justos y solidarios. El futuro es incierto, pero no deja de ser esperanzador mientras mantengamos abiertos el corazón y la mente. Otro mundo será posible después del Apocalipsis. Si no lo podemos construir nosotros, lo harán quienes queden vivos: Nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros nietos. Hagamos lo mejor que podamos mientras estemos vivos.

Que ese sea nuestro legado.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Horade Asunción, Paraguay. Edición del sábado 21 de marzo de 2020.


Los tuits de Mazzoleni

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Andrés Colmán Gutiérrez– @andrescolman

Hace poco menos de un mes nadie habría pensado que pasaríamos las noches encerrados en nuestros respectivos hogares, esperando con ansiedad el posteo diario de un ministro en Twitter como quien esperaba el capítulo siguiente de la serie televisiva Game of Thrones o como quien espera en estos días el limitado subsidio del Gobierno o el sueldo de fin de mes.

El diario tuit nocturno del doctor Julio Mazzolenni, ministro de Salud Pública y Bienestar Social de la República del Paraguay, reportando datos del avance de la pandemia del Covid-19 en nuestro país con un lenguaje frío y circunstancial, conciso y preciso, con disciplina de médico militar, se nos ha vuelto tan esencial como el hoy esquivo pan de cada día o como el abrazo que ya no podemos dar a nuestros seres queridos. Cada tuit se acompaña y se sufre como uno de esos antiguos partidos futbolísticos de la Albirroja.

Hasta hace poco menos de un mes, Mazzoleni era considerado uno de los grises burócratas que integran el Gabinete del presidente Mario Abdo Benítez. Las críticas de los gremios de trabajadores de blanco lo señalaban como uno de los deficientes gestores de una desastrosa política sanitaria, arrastrada durante décadas por sucesivos gobiernos (principalmente colorados), con manejos de corrupción e instrumentalización partidaria, que ha dejado hospitales públicos desabastecidos y en ruinas, con infraestructura y recursos siempre insuficientes ante las filas de pacientes desesperados por recibir atención.

Pero llegó la pandemia del coronavirus y el mundo se dio vuelta. Los hábitos de nuestra vida cotidiana se disolvieron en la nostalgia y nos vimos obligados a abandonar casi todo para asumir esta prolongada prisión domiciliaria, cual náufragos digitales, con la ilusión de que el microscópico monstruo no nos alcance. En este contexto, la figura del hierático ministro de Salud se nos reveló inesperadamente como el necesario conductor de una verdadera cruzada por la supervivencia.

Más técnico que político, impertérrito en sus apariciones públicas, prudente en sus consideraciones, fríamente amable en su relación con la prensa y la ciudadanía, claro y firme en sus respuestas, con un look que combina al detective Kojak con el profesor Xavier de los X-Men, Mazzoleni supo ocupar un rol clave ante la crisis global, ganándose la confianza y el respeto de gran parte de la población. Aunque hay quienes sostienen que las audaces medidas adoptadas por el Gobierno fueron sugeridas por otros integrantes de su equipo, como el joven epidemiólogo Guillermo Sequera, director de Vigilancia de la Salud, no le quita mérito al ministro ni al presidente de la República haberles hecho caso y haber asumido el gran costo político y económico.

Existen muchas cosas cuestionables en este proceso: los abusos de los policías del Grupo Lince contra infractores pobres de la cuarentena, pero condescendientes con los infractores pudientes; los exabruptos autoritarios del ministro del Interior; el egoísmo miserable de la mayoría de los legisladores y políticos para intentar retener sus privilegios; la actitud inescrupulosa de empresarios y comerciantes al aumentar precios de alimentos y artículos de primera necesidad; la inconciencia de un sector de la población en exponerse al contagio y por sobre todo la cruda realidad de pobreza que se acrecienta con el paro sanitario. En contrapartida son admirables los muchos gestos de solidaridad, la actitud vigilante de la ciudadanía, las protestas que lograron –por ejemplo– obligar al Gobierno a aumentar al doble el monto del subsidio alimentario. Falta mucho más, pero es bueno ver que vamos construyendo otras formas de movilización ciudadana y expresión política en tiempos de coronavirus.

Y ahora les dejo. Empieza mi vigilia para esperar el siguiente tuit de Mazzoleni.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 28 de marzo de 2020.


Justicia para un soldado, veinticuatro años después

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Este miércoles 1 de abril, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó al Paraguay a pagar alrededor de USD 37.000 por la muerte del soldado Vicente Ariel Noguera, quien falleció a los 17 años cuando realizaba el servicio militar, en enero de 1996. Fue uno de los casos emblemáticos entre los 157 jóvenes (cifra oficialmente aceptada por el Estado paraguayo) que murieron durante el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y que pusieron en jaque a la estructura castrense.

Pueden leer la noticia en este enlace.

Me tocó hacer una investigación periodística junto al colega Arnaldo Alegre, actual director periodístico de Última Hora, que en su momento tuvo mucha resonancia. Ello hizo que María Noguera, la madre de Vicente Ariel, fundadora de la Asociación de Familiares de Víctimas del Servicio Militar (Afavisem), me pida comparecer como testigo en la causa ante la CIDH.

La sentencia se produce en un momento crítico por la pandemia del coronavirus y golpea aún más al Estado, pero es importante para afirmar que nunca más se deben permitir abusos como los que se cometían desde el poder militar en esa época, el mismo que sostuvo a la larga dictadura de Stroessner y que siguió vigente después. Era otro gobierno, es cierto (el de Juan Carlos Wasmosy), pero respondía al mismo Partido Colorado que sostuvo a la dictadura y cubrió con la impunidad, evitando que se haga justicia, y que siga gobernando el país.

Ahora que llega esta sentencia desde la CIDH, que también sigue trabajando aun en medio de la crisis sanitaria global, les comparto lo que fue mi declaración a distancia, ya anticipando el estilo de presencia virtual. Es un aporte a la memoria y a la justicia, en homenaje a Vicente Ariel y a la lucha de su madre, como a todas las víctimas, 24 años después.

***

DECLARACIÓN DE ANDRÉS COLMAN GUTIÉRREZ ANTE LA CIDH

1.-Diga el testigo: ¿Fue testigo presencial de los hechos?
-Si se refiere al hecho de la muerte del joven cimeforista Vicente Ariel Noguera, ocurrido el 10 de enero de 1996 en el cuartel del Tercer Cuerpo de Ejército, en Mariscal Estigarribia, Chaco Paraguayo, no fui testigo presencial de la muerte, pero si pude recabar mucha información posteriormente, en un trabajo de investigación periodística realizado para el diario Última Hora de Asunción, en una serie que publicamos con el colega Arnaldo Alegre (actualmente jefe de Redacción del diario) a partir del 7 de setiembre de 1996, luego de que la madre del joven, María Noguera, haya presentado una querella criminal por homicidio ante la Justicia paraguaya.

2.-Diga el testigo: ¿Cómo se enteró de los hechos y cuándo?
-Me enteré el mismo día en que se conoció la noticia, el 11 de enero de 1996, a través de un dato que llegó a nuestra Redacción. Me interesó particularmente, porque desde el equipo de investigación periodística del diario Última Hora veníamos haciendo un seguimiento a los numerosos casos de soldaditos muertos en los cuarteles, en muchos casos por situaciones de maltratos y abusos por parte de sus superiores.  Acudí a la casa de la familia Noguera y conversé con la madre. Ante los indicios de que se trató de un caso de muerte por maltrato violento, decidimos iniciar una investigación.

3.-Diga el testigo: ¿La señora María Noguera, en su carácter de víctima o querellante, le ofreció como testigo en el expediente judicial?
-En la querella criminal ante la Justicia paraguaya no fue así, aunque sé que nuestras publicaciones sobre el caso fueron tenidas en cuenta, al igual que las publicaciones de otros medios periodísticos. En el caso de la denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos sí, la señora María Noguera me ha pedido que participe como testigo, a fin de ratificar los elementos que habíamos podido comprobar y que en su momento ya habíamos publicado en nuestra investigación.

4.-Diga el testigo: ¿Usted prestó declaración testifical en la causa penal que investigó la muerte de Vicente Ariel Noguera?
-No fui convocado como testigo en esa oportunidad, por tanto no presté declaración testifical. Sé que nuestras publicaciones periodísticas, al igual que las de otros medios de prensa, fueron tenidas en cuenta en el proceso.

5.-Diga el testigo: ¿Su investigación periodística acerca del caso fue publicada?
-Así fue. Se publicó a doble página, con una llamada en portada, con la volanta “Investigación: ¿Quién mató a Ariel Noguera?”, a partir del sábado 7 de setiembre de 1996, en la páginas 6 y 7 de la sección Política del diario Última Hora, continuando las entregas durante una semana hasta el jueves 12 de setiembre de 1996. En días posteriores publicamos más notas, ya en forma suelta, a medida en que surgían más reacciones sobre la serie de reportajes.

6.-En el marco de la investigación periodística, ¿Cuántas veces se constituyó en  el lugar de los hechos?
-Si se refiere como “lugar de los hechos” al cuartel del Tercer Cuerpo de Mariscal Estigarribia donde fue hallado muerto el soldado Ariel Noguera, estuve personalmente durante una jornada, pero otros miembros de nuestro equipo periodístico estuvieron en varias otras circunstancias, incluyendo visitas oficiales programadas por las Fuerzas Armadas. Sin embargo, permítanme apuntar que un trabajo de investigación periodística no se basa solo en visitas al lugar de los hechos, sino a indagaciones en varias otras esferas, conversaciones con ex-camaradas de la víctima, familiares, superiores, búsquedas de documentos, etc.

 7.-Diga el testigo: ¿Con cuántas personas pudo entrevistarse, que tuvieron conocimiento de los hechos?
-Pude conversar personalmente con al menos una veintena de ex camaradas del conscripto Ariel Noguera, además de oficiales superiores que aceptaron brindar datos en forma confidencial, pidiendo no ser identificados, porque tenían mucho miedo a posibles represalias de sus superiores. Además pudimos entrevistar a muchas otras personas relacionadas al caso: familiares, médicos, fiscales, policías, militares, como de acudir a diversas fuentes documentales. Fácilmente hemos entrevistado a más de 40 personas relacionadas al caso. Los principales acusados, el subteniente Fernando Mosqueda y el teniente primero Hernán Alcaraz, los dos oficiales que habrían sometido al cimeforista a castigos físicos, como sus superiores de las Fuerzas Armadas, se negaron sistemáticamente a ser entrevistados, a pesar de nuestros insistentes requerimientos. Tampoco el entonces comandante del Ejército, general Lino César Oviedo, aceptó dar una entrevista o brindar declaraciones sobre la muerte de Ariel Noguera.

8.-Diga el testigo: ¿Entre las personas que entrevistó se encontraban funcionarios públicos?
-Así es. Una de las personas que aceptó conversar con nosotros fue el propio fiscal general del Estado en ese entonces, el doctor Anibal Cabrera Verón, quien  ayudó a reabrir el caso cuando ya se consideraba cerrado judicialmente, logrando que se realice una nueva autopsia. Su intervención no impidió sin embargo que sectores de las Fuerzas Armadas, entre ellas el propio general Lino Oviedo, tengan éxito en bloquear las investigaciones y en evitar que se pueda descubrir la verdad sobre la muerte del cimeforista. También nos entrevistamos en su momento con el propio juez que llevaba adelante la investigación, José Waldir Servin Bernal, quien se mostró reacio a dar detalles del caso.  

9.-Diga el testigo: ¿Dentro de su investigación encontró algún indicio que ponga en duda la veracidad de contenido del informe de la autopsia dirigida por el doctor Martínez Yaryes, propuesto por la señora María Noguera?
-Así es. Tal como lo revelamos en un anexo del primer reportaje publicado el 7 de setiembre de 1996, bajo el título: “Categórico: El hanta virus no mató a Ariel”, reproducimos un informe de laboratorio que el propio doctor Martínez Yaryes había pedido, en donde el especialista Ralph Bryan, del Epidemiology Branch de Albuquerque, Nuevo México, Estados Unidos, concluye que el resultado del análisis inmunohistoquímico del paciente ha dado negativo con respecto al hantavirus. Es decir, el estudio de laboratorio que había encargado Martínez Yaryes desmintió que Noguera haya muerto por hantavirus, tal como el forense atribuyó en un primer momento. Me tocó entrevistar a Martínez Yaryes tras este informe, quien se mostró sorprendido por los resultados del laboratorio. “No he visto golpes (en la autopsia realizada) pero no descarto que una situación violenta pueda haber causado la muerte. De hecho, para mí, el caso sigue siendo muy extraño”, declaró, tal como lo publicamos en su momento en el diario.   

10.-Diga el testigo, ¿cómo era la consideración pública respecto del doctor Miguel Ángel Martínez Yaryes?
-El doctor Martínez Yaryes era un reconocido dirigente político opositor que mantuvo una lucha heroica contra la dictadura stronista, además de un destacado médico, pionero de la medicina forense en el Paraguay. Sin embargo, cuando le tocó realizar la autopsia del cimeforista Noguera se encontraba ya en avanzada edad y su primera conclusión, de que el cimeforista habría fallecido por la enfermedad del hantavirus, fue desmentida por el informe de laboratorio que el mismo encargó en los Estados Unidos, como por otros especialistas que aseveran que es muy difícil que un caso e hantavirus se de en esa región del Chaco.  

11.-Diga el testigo: ¿Realizó, en su carácter de periodista, cobertura a los actos públicos de reparación organizados por el Estado, vinculados al presente caso? En caso afirmativo, ¿podría indicar cuáles?
-No lo hice, porque los periodistas de investigación no hacemos cobertura informativa diaria. Si me enteré de estos actos por lo que se publicó en los medios y también leí que los familiares no están satisfechos con lo que hasta ahora hizo el Estado para reparar el hecho denunciado.

-Finalmente, si se me permite, quisiera ampliar esta declaración destacando que la investigación periodística sobre el caso Ariel Noguera la hicimos en un contexto más amplio, en el marco de una realidad socio-política de los años 90, a poco de haber sido derribada la dictadura del general Alfredo Stroessner, en que el militarismo seguía siendo muy fuerte en la sociedad paraguaya, época en que existían muchas denuncias de humildes familias campesinas sobre sus jóvenes hijos, muchos de ellos menores de edad, que eran prácticamente cazados por pelotones militares en el interior, movilizados a la fuerza para prestar el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y acababan muertos por haber sido sometidos a castigos inhumanos o a prácticas de combate poco profesionales. Según el registro oficial reconocido por el Estado paraguayo, desde la caída de la dictadura (1989) un total de 157 jóvenes murieron durante el Servicio Militar Obligatorio. Muchas de estas muertes no fueron investigadas por la Justicia o los casos quedaron en el oparei, nombre que se da en el Paraguay a la palabra impunidad en lengua guaraní.
En el caso Noguera, nuestra investigación pudo constatar varias irregularidades, tal como lo publicamos en su momento:
-En su primer periodo de entrenamiento, cumplido en enero de 1995 en Villarrica, Vicente Ariel Noguera tuvo un altercado con un oficial, el subteniente Fernando Mosqueda, cuando al soldado se le cayó accidentalmente el fusil y golpeó en el rostro al oficial. Sus camaradas relataron que desde ese momento Mosqueda juró vengarse de Noguera.
-En el segundo periodo como cimeforista, en enero de 1996, Noguera debía prestar su servicio militar en Fortin Montanía, Chaco, pero para sorpresa suya cambiaron su destino al tercer cuerpo de Ejército, en Mariscal Estigarribia, donde también sorpresivamente se encontró de nuevo cara a cara con el subteniente Mosqueda.
-En Mariscal Estigarribia, Noguera tuvo otro altercado con otro oficial, el teniente primero Hernán Alcaraz, el 10 de enero, cuando el oficial lo reprendió en la formación, el soldado reaccionó y el oficial se cayó al suelo ante la vista de todos, situación en la que se sintió ridiculizado. Según los testimonios que recabamos de los camaradas, Alcaráz amenazó frente a varios testigos con castigar a Noguera y las palabras que pronunció fue: “Ni él no va a querer contar, como hombre, el castigo que va a recibir”.
-Aunque las versiones de los camaradas difieren, la relación de hechos concluye que ese 10 de enero Noguera fue incorporado al llamado “pelotón jabón” -un grupo a donde son conducidos los soldados bajo castigo- que dirigía el subteniente Alcaraz, donde permaneció durante dos horas sometido al “descuereo” (ejercicios físicos intensos). Lo vieron por última vez tras el ejercicio, en que lo llevaron a sentarse en un banco, en la guardia. A la madrugada encontraron su cuerpo muerto en una cama que no era la suya, a dos camas de la que le correspondía dentro de la cuadra. Llamativamente, también el teniente Alcaraz desapareció por largas horas, durante las mismas horas en que estaba desaparecido Noguera.
-Lo llamativo fue que, tras conocerse el caso, desde las altas esferas de las Fuerzas Armadas intentaron bloquear nuestra investigación y ocultar datos. El entonces comandante del Ejército, general Lino Oviedo, viajó a Mariscal Estigarribia, reunió a todos los excamaradas de Noguera y les ordenó: “Ustedes no digan nada, nosotros vamos a arreglar todo, porque esto se va a usar para desprestigiar a las Fuerzas Armadas”. Muchos de los ex camaradas se negaron a dar declaraciones y quienes accedieron lo hicieron con mucho miedo, en medio de medidas de seguridad y tras asegurarles que sus identidades serían mantenidas en reserva. Durante la etapa en que hicimos la investigación, la madre de Ariel Noguera fue víctima de ataques y presiones, llegaron a incendiar una carpintería de la familia y un auto chocó a uno de sus hijos.

En la esperanza de poder contribuir a este juicio, los saludo atentamente.

Andrés Colmán Gutiérrez
Periodista










#QuedateEnTuCasa con hambre

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Ella estaba allí, deambulando solitaria por la plaza desierta frente a la Basílica de Caacupé cerrada y silenciosa. Arrastraba dos bolsas de náilon cargadas de latitas vacías de cerveza y gaseosa que había logrado juntar tras recorrer toda la mañana por la ciudad desolada, las que luego iba a ofertar a un reciclador mayorista, a cambio de unos escasos billetes para comprar alimentos.

Ella lleva casi un mes desde que se le canceló súbitamente el oficio cotidiano que ejercía desde hace 24 años: vender velas de color azul a los miles de creyentes que llegaban hasta el Santuario de la Virgencita Serrana, pero ahora ya nadie viene, no hay velas que vender, no hay dinero para comprar comida.

Ña Norma tiene 55 años, vive sola con cuatro nietos que han quedado a su cargo. Ella tiene miedo de salir a la calle ante el temor de contagiarse con el coronavirus, pero tiene mucho más temor de que si no sale a rebuscarse para el sustento, sus nietos mueran de hambre.

Ella nos contó su historia con ojos humedecidos por encima del tapabocas que le regalamos para protegerse, en medio del inusual paisaje casi apocalíptico de la Basílica abandonada en la ciudad de Caacupé, en vísperas del último Domingo de Ramos. Es la historia de muchos hombres y mujeres compatriotas, pobres de pobreza casi extrema, que despertaron una mañana en un mundo que les cierra sus puertas y les expulsa de sus lugares de informal sobrevivencia laboral, porque un virus mortífero extiende sus alas negras.

#QuedateEnTuCasa #EpytaNdeRógape. Los mensajes repiquetean como una orden imperativa. Es fácil decirlo cuando uno tiene una casa mínimamente cómoda en donde refugiarse, una heladera relativamente cargada, algo de dinero en la billetera, un auto en qué movilizarse hasta la despensa o el supermercado más cercano. ¿Cómo decirle #EpytaNdeRógape a Ña Norma y a tantos que solo tienen como refugio una choza de cartón o madera terciada al borde de una zanja, un ranchito de paja en medio del campo, un lecho de cajas viejas junto a un portal, un duro banco de madera en una plaza? ¿Cómo recriminarles por “la inconsciencia de violar la cuarentena” a quienes siempre han sobrevivido en sus propias cuarentenas de exclusión social, que no duran solo 14 días o un mes, sino a veces toda una vida?

Lo primero que le preguntamos a Ña Norma fue si no se había anotado para recibir ayuda del programa gubernamental Ñangareko, creado para asistir a los pobres en esta emergencia. Entonces ella nos contó sus largas vicisitudes para tratar de inscribirse, la imposibilidad de acceder desde un precario teléfono móvil ante páginas colapsadas, la recurrencia a oficinas municipales para buscar ayuda y el drama de encontrarse con largas colas de otros tantos hombres y mujeres también desesperados, a quienes se les daba la misma respuesta: aquí no hay nada, acudan a la Secretaría Nacional de Emergencia.

Esta es la cara más triste y dolorosa de esta crisis. La comprobación palpable de que hemos seguido sosteniendo un país tan injusto y desigual, en donde hay funcionarios estatales, directivos de entidades binacionales que ganan sueldos de más de cien millones de guaraníes, mientras 1.700.000 personas apenas tienen para la canasta básica y otros 340.000 compatriotas viven en extrema pobreza. ¿Cómo pretender que hoy, privados a la fuerza de sus “estrategias de sobrevivencia”, puedan sobrevivir todo un mes con 500.000 guaraníes de una ayuda estatal que ni siquiera les llega?

Este es el modelo de estructura del Estado que ya no debemos tolerar. Hay que movilizarse y transformarlo con urgencia, echando de sus lugares de privilegio a todos los corruptos y bandidos. La crisis del Covid-19 nos permite esta opción que no debemos desaprovechar. Mientras tanto, multipliquemos las ollas populares y las acciones de solidaridad para ayudar a quienes deben quedarse en casa con las ollas vacías.


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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 11 de abril de 2020.

(Fotografía: Desirée Esquivel).


Covid-19 en Paraguay: Los fallos que ponen en riesgo la salud

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Venciendo temores y prejuicios, el martes 14 de abril fuimos en misión periodística desde nuestra base de cuarentena en Atyrá hasta la compañía Itapirú de Arroyos y Esteros, Departamento de Cordillera, la pequeña comunidad rural de aproximadamente 200 familias que desde el lunes está bajo bloqueo sanitario, luego de haberse revelado que un sexagenario poblador que padecía de leucemia, fallecido el sábado a la noche en el Hospital de Clínicas, había sido velado durante el domingo en su domicilio con varias personas y sepultado el lunes a la mañana, acompañado de muchos vecinos, cuando se les comunicó que la causa de la muerte fue Covid-19.

Con autorización del intendente municipal Lázaro Ovelar, tomando las prevenciones sanitarias de rigor, pudimos franquear la barrera policial establecida a la entrada, que no permite que los pobladores salgan del lugar por 15 días.

Ante la gravedad del caso, esperábamos hallar una dotación de técnicos de salud vestidos como astronautas, como en las películas, procediendo a asistir a la población, pero… nada.

La calle principal lucía vacía y desolada, los pocos almacenes y despensas estaban totalmente cerrados, los rostros campesinos que nos miraban con miedo tras los vidrios o barrotes de las ventanas. El miedo se sentía en el aire.

En el cementerio tuvimos la suerte de encontrar a un hombre que tomaba notas y verificaba la situación. Así conocimos al doctor Gustavo Américo Gamarra, terapista del Hospital Militar, quien también es un poblador de Itapirú y había asistido al paciente S. V., días antes de que fuera llevado otra vez con urgencia a Clínicas. Él nos mostró las precarias condiciones en que se hallaba el panteón donde fue alojado el féretro, con finas paredes de ladrillo que contenía visibles grietas, tal como lo retratamos en el reportaje que publicamos este miércoles en Última Hora, y que lo pueden leer al final de este posteo.

Creímos que iba a resultar difícil hablar con los pobladores, pero al salir del cementerio un nutrido grupo de ellos nos estaban esperando. El encuentro fue impresionante. Estaban parados en medio de la calle, distanciados a unos metros, unos de otros. Mujeres y hombres. Algunos llevaban tapabocas, a falta de ellos otros se cubrían el rostro con prendas de vestir atados sobre el rostro, o como la mujer que hizo de vocera, Liza Ferreira, sostenían una remera contra la boca y la nariz, como si de ese modo pudiesen protegerse contra el virus.

Fue impresionante escucharles por el miedo y el susto que demostraban, relatando la angustia de encontrarse en una situación que ni buscaron ni esperaron, y sobre todo que se sentían muy abandonados y desamparados por las autoridades, muchos de ellos sin ninguna forma de sustento. Simplemente se les aisló y se los dejó como prisioneros del bloqueo total, con la incertidumbre de no saber quiénes pudieron haberse contagiados, y con el temor de que el cuerpo del poblador fallecido estaba allí, sin haber sido enterrado bajo tierra, ni incinerado, apenas depositado en un precario panteón de cemento en la superficie, aun con grietas visibles en el momento en que estuvimos allí.

Aquí quedan varias cuestiones que deben ser revisadas.

Lo primero es que evidentemente hubo fallos en el protocolo que se siguió desde el Hospital de Clínicas.

Según el médico Gustavo Gamarra, quien conoce a profundidad el caso, el sexagenario S. V. se contagió probablemente con el Covid-19 tras su última sesión de quimioterapia en Clínicas, en los primeros días de abril, debido a sus bajas defensas.

En ese estado fue traído de vuelta a su comunidad, en donde, ya probablemente en situación de infectado con el coranavirus, tuvo contacto con mucha gente, no solamente en Itapirú, sino en la misma ciudad de Arroyos y Esteros, ya que acudió con sus familiares a una farmacia y a otros negocios.

Cuando el abuelo S. V. se sintió muy enfermo, con alta fiebre y casi sin glóbulos blancos, en los días de Semana Santa, el doctor Gamarra recomendó que lo vuelvan a llevar con urgencia al Hospital de Clínicas, en San Lorenzo. Así se hizo. Allí murió el sábado 11 a la noche. Los médicos le hicieron una segunda prueba de Covid-19 al paciente, cuyos resultados estarían el lunes 13 (ya le habían hecho un primes test, que dio negativo) y decidieron entregar el cuerpo a los familiares en la mañana del domingo 12, tras asegurarse de que una funeraria de Caacupé proceda a lacrar el ataúd, con todos los cuidados sanitarios, antes de trasladarlo. Supuestamente dieron precisas instrucciones para que sea llevado directamente al cementerio de Itapirú, lo cual no se cumplió.

Aquí está un grave fallo. Según el ministerio de Salud, aunque no exista confirmación de Covid-19, todos los decesos deben manejarse con protocolo como si fueran casos de infección: ataúdes sellados, sin velatorios, sepelios sin aglomeración y con máxima seguridad.

Los médicos supuestamente confiaron en que los familiares llevarían el cuerpo directo al cementerio. No fue así. Confiados en que no tenía Covid-19, llevaron el ataúd directamente al domicilio, donde lo velaron durante toda la tarde y noche del domingo 12, madrugada del lunes 13, hasta proceder al sepelio el lunes a la mañana. En todos estos momentos, muchos pobladores se acercaron a dar sus pésames a los familiares, siguiendo la humana tradición cultural y religiosa.

A la mañana, tras culminar el sepelio, aparecieron las autoridades del Centro de Salud local con gente de la Fiscalía de Cordillera y la Policía a avisar que el segundo test de coronavirus había dado positivo. Allí se desató el escándalo y cundió el miedo. Hubo un fuerte altercado entre gente de la Fiscalía y los familiares del fallecido. Se ha buscado echar la culpa principalmente a los parientes.

Pregunta: ¿No deberían las autoridades del Hospital de Clínicas haber comunicado este caso a las autoridades del Ministerio de Salud, para extremar cuidados? ¿No deberían haberse preocupado de que se cumplan las indicaciones de deposición del cuerpo según el protocolo sanitario, avisando a la policía de Arroyos y Esteros y de Itapirú para que controlen que así ocurra? Son los graves fallos que se cometieron y que urge revisar, para que no vuelva a ocurrir un lamentable episodio como el de la compañía Itapirú.

Mientras tanto, unas 200 familias viven con suma angustia, con muy poca información y muy escasa asistencia, encerrados en su territorio, casi sin víveres y sin orientación, dispuestos incluso a quemar el panteón que consideran es un riesgo al acecho. Un triste episodio del que hay que tomar urgentes lecciones.

Andres Colmán Gutiérrez

Fotos: Desirée Esquivel.

El médico Gustavo Gamarra muestra las grietas del panteón donde se alojó al fallecido por Covid-19 en Itapirú.

***


(A continuación, el reportaje publicado este martes 15 de abril de 2010 en el diario Última Hora).

Negligencia y miedo en torno al fallecido por Covid-19 en Itapirú

Policías de Arroyos y Esteros controlan el acceso a la compañía Itapirú, tras el bloqueo sanitario dispuesto por las autoridades
TEMOR. Pobladores que están en cuarentena amenazan con quemar panteón y piden ayuda.


FALLAS. Médico cree que contagio fue en Clínicas y acusa de errores en la entrega del cuerpo.



Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman
Fotos: Desirée Esquivel - @desiesquivel
ITAPIRÚ - CORDILLERA

“Las autoridades ya nos tenían olvidados, ahora además nos tienen como presos y en grave peligro de morir”, dice Liza Ferreira, pobladora de la compañía Itapirú, Arroyos y Esteros, parada en medio de la calle de tierra junto a otros vecinos que la secundan, manteniendo metros de distancia. A falta de tapabocas ella se cubre el rostro con un paño blanco, que no alcanza a ocultar el miedo en su mirada ni a disimular el enojo y la angustia en su voz.

Es mediodía del martes y el miedo se siente en el aire enrarecido de esta pequeña comunidad rural habitada por unas 200 familias, quienes desde el lunes permanecen en zozobra, tras enterarse que un vecino de 67 años de edad, querido y respetado, a quien muchos acompañaron en su velorio y en su sepelio, había muerto contagiado del Covid-19.

“No sabíamos que él se contagió del coronavirus. Muchos fueron al velorio y acompañaron al cementerio. Después llegaron los de la Fiscalía. Ahora tenemos miedo, no sabemos quiénes fueron contagiados. Encima nos tienen presos, no podemos salir, mi marido trabaja en Asunción y me tiene que enviar plata para la comida, pero no puedo recibir, las despensas están cerradas. Las autoridades no aparecen”, reclama Liza y varias voces se unen a su indignación. “Si no llevan el cuerpo contagiado de aquí, vamos a quemar el panteón por nuestra seguridad”, advierten.

BARRERA.Dos tiras de cintas amarillas cierran los dos caminos de acceso a Itapirú. Agentes de Policía controlan que los pobladores no salgan. Los pocos locales comerciales están cerrados. No se ven personas en las calles. En el cementerio, un hombre toma notas en una planilla. Es el doctor Gustavo Américo Gamarra, médico terapista del Hospital Militar, quien también vive en Itapirú, fue director del centro de salud local y conoce el caso en profundidad.

“Conocí bien al señor (la víctima). Tenía leucemia y acudía a hacerse quimioterapia en el Hospital de Clínicas, en San Lorenzo. Entre el 5 y 6 de abril estuvo allí, probablemente entonces contrajo el coronavirus”, explica.

El martes 7 de abril, una hija del sexagenario buscó a Gamarra porque su padre estaba con fiebre. Tenía apenas 1.200 glóbulos blancos. Al día siguiente, miércoles 8, pasó a verlo en su domicilio. “Les dije que lo lleven urgente al hospital. La hija me llamó y me contó que le diagnosticaron NIH (neumonía intrahospitalaria), en Clínicas ya sabían que él había adquirido una infección allí. Murió el sábado 11 a la noche. Le hicieron una segunda prueba de Covid-19 (la primera había dado negativo) y entregaron el cuerpo a los familiares el domingo 12”, relata Gamarra.

FALLAS DE PROTOCOLO.Una empresa funeraria de Caacupé cerró el ataúd y trajo el cuerpo hasta el domicilio de la familia en Itapirú, el domingo 12. “Debían enterrarlo enseguida, pero trajeron a velarlo en la casa durante la tarde y noche del domingo. Mucha gente vino al velorio y acudió al sepelio el lunes”, narra el médico Gustavo Gamarra.

Poco después del sepelio aparecieron las autoridades sanitarias y de la Fiscalía con el resultado del último examen, revelando que el paciente dio positivo a coronavirus. La alarma se disparó. Hubo una fuerte discusión entre la gente de la Fiscalía y los familiares en la entrada del cementerio.

El doctor Gamarra cree que hubo poco cuidado en Clínicas al entregar el cuerpo a los familiares, cuando probablemente ya había sospechas sobre coronavirus. “Tampoco nadie controló que el cuerpo se entierre enseguida, que se cumpla el protocolo”, destaca.

Hubo muchas mentiras. “Un fiscal de Caacupé aseguró que el cuerpo se enterró bajo tierra, según el protocolo, pero no es así”, indica. Acompaña a los periodistas a verificar el precario panteón y muestra las grietas visibles que el panteón tiene en la parte posterior. “Esto no responde al protocolo de seguridad médica, aquí se cometieron muchos fallos”, asegura.

ANGUSTIA.En una casi desierta sede de la Municipalidad de Arroyos y Esteros, el intendente Lázaro Ovelar reconoce su preocupación. “Los pobladores están molestos y con miedo, necesitamos asistencia de las autoridades nacionales. El bloqueo sanitario agravará la situación. Aquí hay 7.200 personas humildes que se anotaron para recibir subsidios del programa Ñangareko, pero no cobraron aún un solo guaraní. Ni siquiera pueden ir a pescar porque está prohibido. Hacemos todo lo que podemos por ayudar, pero nuestros recursos son limitados. Y aún no sabemos cuántos más se contagiaron”, indica.

BAJO CONTROL.Respecto al manejo del Hospital de Clínicas, que hoy evalúa enviar a cuarentena a su personal de salud, el doctor Eduardo Jara, director de la tercera Región Sanitaria de Cordillera, dijo: “No quiero arriesgarme y decir en qué momento o quién falló, porque Clínicas no depende del Ministerio de Salud y no sé cuál fue el manejo que se dio en ese lugar”.

La autoridad sanitaria asegura que la situación en la compañía Itapirú está bajo control. Se detectó a todos los que asistieron al velorio y al sepelio, se los mantiene en cuarentena y el panteón será revestido con una pared más gruesa de cemento. “Tenemos a unas diez personas trabajando en el caso”, expresó.

Vista del cementerio de Itapirú, convertido en un foco de temor para la población local.

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Médicos del Hospital de Clínicas podrían ir de cuarentena

El doctor Jorge Giubi, director general asistencial del Hospital de Clínicas refirió que “lo que pasó es peligroso y preocupante porque Salud dictó un protocolo de manejo de fallecidos sospechosos y que se socializó. No hay que velarle al paciente, que tiene que estar en el cajón cerrado, sellado, y que tiene que ir directo al entierro”.

Agregó que “era un enfermo leucémico que estaba en tratamiento en el Hospital de Clínicas en forma programada, estuvo hace 10 días para hacerse una quimioterapia dentro de la institución, se hizo la quimio, y se fue de alta. Y el paciente volvió el viernes 10 al hospital con un agravamiento de su cuadro leucémico, vino con fiebre y ahí se constató un problema respiratorio, y se le pasó al área respiratoria, como un caso sospechoso del Covid-19”.

“Este paciente fallece en estado grave. Los familiares estaban en conocimiento de que era un sospechoso del Covid. Se les dijo que se envió la muestra. Creo que hubo una dificultad económica para trasladar el cuerpo entonces fue llevado a la morgue, la funeraria cumplió con el protocolo para el retiro del cuerpo del paciente”, dijo Giubi.

El director indicó que unos 40 funcionarios, entre médicos, enfermeros y otros trabajadores de la salud del Hospital de Clínicas podrían ser sometidos a cuarentena, luego de haberse constatado el fallecimiento del sexagenario procedente de Arroyos y Esteros.

Giubi, admitió que se trata del primer paciente fallecido por coronavirus en Clínicas y el caso implica una evaluación de lo ocurrido, para corregir los fallos que se puedan haber podido cometer. “Todos estamos aprendiendo de este proceso”, indicó en una entrevista radial. “En un sistema de salud donde tenemos pocos recambios esto golpea mucho, pero vamos a hacerlo”, agregó sobre la cuarentena del personal de blanco.

Otra manera de vivir… y de morir

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman


Encerrados desde hace semanas en nuestras casas, hartos de tanta familiaridad impuesta, solo esperamos que la maldita pandemia del Covid-19 acabe de una vez y podamos volver a la “normalidad” para recuperar tantos abrazos y caricias, domingos de asados y fútbol, estrenos de cine y teatro, conciertos masivos de música en vivo, ferias en la Costanera, encuentros en el colegio o en la facu, brindis con los amigos y amigas en el bar de la esquina.

Pero... qué pena. Los expertos aseguran que no será así. Aunque podamos ir saliendo gradualmente de la cuarentena y hayamos logrado “aplanar” o “martillar” la famosa curva, el virus seguirá allí, acechando como un mortal enemigo invisible y mientras no dispongamos de una vacuna (que –dicen– tardaría al menos un año) todas las personas, incluyendo a los “recuperados”, seguiremos siendo potenciales portadores del contagio.

Así que no, estimados amigos y amigas. No podremos regresar a la ansiada “normalidad”. Tendremos que acostumbrarnos a andar por la vida con tapabocas, a lavarnos las manos a cada instante, a desinfectar siempre todo lo que tocamos, a ir al trabajo con extremo cuidado, a guardar distancia física ante los demás. Tendremos que habituarnos a ver los partidos de fútbol solo por televisión, a asistir a los conciertos de nuestros artistas preferidos por internet, a hacer compras principalmente en tiendas virtuales, a cursar estudios online, a brindar simbólicamente con nuestros amigos y seres queridos a través de una pantalla. Tendremos que renunciar al apretón de manos y a los abrazos, al tereré compartido.

Tendremos que aprender otra manera de vivir... y de morir. Ni las despedidas a quienes fallecen podrán seguir siendo igual. Debemos romper tradiciones culturales y religiosas que llevan siglos, velar a nuestros muertos por escaso tiempo y en higiénica soledad.

Y aunque más tarde que temprano pueda ser posible retornar a lo que llamamos “normalidad”, probablemente no será lo recomendable. Tal como coinciden los pensadores, eso que consideramos “normalidad” es lo que nos ha llevado a esta situación.

Lo “normal” era exactamente el problema. Lo “normal” de sistemas de producción que desprecian el valor de la naturaleza, que arrasan con bosques y ecosistemas, que llenan el mundo de humo, basura y polución, que envenenan el aire, contaminan el agua y alteran el clima, que les dan poder a los políticos corruptos e insensibles, que se apropian de los recursos públicos y desprecian a las mayorías pobres, que discriminan y persiguen a quienes son diferentes o piensan de modo distinto, que privatizan y mercantilizan la salud, que ponen a la salud pública y a la educación en último lugar.

Por sostener algo similar en una entrevista concedida a la renovada versión digital del mítico periódico “Adelante” del Partido Comunista Paraguayo, el médico Guillermo Sequera, director de Vigilancia de Salud del Ministerio de Salud, uno de los hombres claves en la lucha contra la pandemia del coronavirus, ha sido objeto de una virulenta campaña por parte de un sector reaccionario de la política y la sociedad de nuestro país. Lo acusan de “comunista”, usando un recurso que quizás era válido hace más de 30 años, en plena dictadura stronista, pero Sequera solo expuso el pensamiento de filósofos y cientistas sociales de todas las tendencias, una convicción que empieza a consolidarse en todo el planeta.

Aceptémoslo: la forma de vida que conocíamos no va a volver. Para sobrevivir al Covid-19 debemos cambiar drásticamente nuestra forma de hacer casi todo lo que hacemos: cómo trabajamos, cómo hacemos deporte, cómo salimos a farrear, a comprar, a atender nuestra salud, a educarnos y a educar a nuestros hijos, a cuidar a los miembros de la familia, a producir creativamente.

Otro mundo es posible a partir de la crisis. En nuestras manos está hacerlo mejor o peor.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 18 de abril de 2020.

(Fotografía: Desirée Esquivel).


Morir por volver a la patria

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Se llamaba Ricardo Duarte. Tenía 49 años de edad. Era un humilde poblador de la comunidad de Bonanza Tres de Mayo, distrito de Yatytay, Itapúa. Debido a la falta de oportunidades laborales en su propio país, al igual que muchos compatriotas, emigró a la Argentina. Junto a otros tres paraguayos estaban trabajando en un aserradero de Entre Ríos cuando llegó la pandemia del Covid-19, el establecimiento tuvo que cerrar y ellos quedaron despedidos.

Casi sin dinero y sin lugar en donde quedarse, Ricardo y los otros obreros paraguayos, Rosalino Acuña Olmedo, Édgar Duarte y Julio González, intentaron retornar a su valle, pero se encontraron con que los cruces de frontera estaban cerrados. Trataron de acudir a las autoridades del Consulado, pero solo se encontraron con negativas: “No se puede entrar”, “mejor quédense allí”. ¿Quedarse dónde? ¿Vivir de qué…? En su humilde valle campesino al menos tendrían un techo, una cama, un plato de saporó con mandioca, la cercanía solidaria de los familiares.

Dominados por la desesperación, apelaron al recurso de los paseros contrabandistas: Cruzar ilegalmente el limítrofe río Paraná desde la localidad de Puerto Rico, provincia de Misiones. Era la localidad más cercana frente a Bonanza Tres de Mayo. El ansiado valle se alcanzaba a ver al otro lado de la frontera.

Éver David Núñez, un afanoso canoero, aceptó hacerlos cruzar a cambio de un mínimo pago. La odisea se realizó en la madrugada del miércoles 22 de abril. Hacía frío y había una espesa niebla que facilitaba el paso a escondidas, pero la misma cobertura protectora les jugó una mala pasada. A unos cien metros de alcanzar la costa paraguaya, el canoero no pudo ver el montículo de piedras y la embarcación golpeó con violencia, volcándose. Todos cayeron al agua y nadaron desesperadamente. Ricardo Duarte no pudo lograrlo. La corriente lo arrastró. Su cuerpo fue hallado sin vida, poco después del mediodía, aguas abajo. Había logrado regresar a su patria, pero la avnrura le costó la vida.

El canoero y los demás tripulantes fueron arrestados, procesados y encerrados en cuarentena. Al menos consiguieron cumplir el objetivo de estar de nuevo en su país, aunque fuera en la cárcel.

Esta dramática historia real es apenas una más, entre muchas otras historias de compatriotas que se encontraban fuera del país cuando el mundo cerró sus puertas. ¿Acaso se les puede reprochar que, cuando llega el Apocalipsis, todos quieran volver a los brazos de la madre, que también es la patria? La Constitución dice que todo paraguayo tiene derecho a residir en su patria, pero no es fácil volver cuando están vigentes tantas restricciones sanitarias, tantas fronteras cerradas.

La patética imagen de cientos de compatriotas hacinados en el largo pasillo peatonal del fronterizo Puente de la Amistad, como encerrados en una triste jaula, provoca dolor e indignación, a la vez que también inspira temor de que puedan ser portadores del virus. Duele mucho que el país no tenga lugares apropiados para alojar a sus hijos que regresan en busca de auxilio y se demore tanto en abrirles las puertas, cumpliendo los estrictos protocolos sanitarios.

Por eso resulta igualmente indignante ver que altas autoridades, como la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, intervengan para que un reconocido empresario que vuelve repatriado en un vuelo especial desde los Estados Unidos sea apartado de manera preferencial al llegar al aeropuerto y resulte eximido de los requisitos de control sanitario que se exigen a los demás ciudadanos. Esa distinción excepcional por encima de la ley que se le aplica de manera favorable al empresario Karim Salum, pero se le niega al humilde obrero migrante Ricardo Duarte, es la dolorosa expresión de un modelo de país discriminador que se resiste a cambiar, a pesar de la especial situación que nos plantea la pandemia.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 25 de abril de 2020.

El avión que llegó de China

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman


Ningún vuelo fue tan esperado como el del carguero SkyLease Cargo 4852 que debía llegar de Hong Kong, China, en la segunda semana de abril, con parte de una compra de 40.000 protectores faciales, 30.000 protectores oculares, 6 millones de mascarillas quirúrgicas, 160.000 trajes de protección biológica, 1.700.000 máscaras N95 y 50 camas hospitalarias que el Ministerio de Salud adjudicó en forma directa a las empresas Eurotec SA e Insumos Médicos SA, presupuestados en 150 millones de dólares, en el marco de la Ley de Emergencia, para equipar a los desguarnecidos hospitales y médicos que luchan contra la pandemia del Covid-19.

Tan seguro estaban de que la carga salvadora iba a llegar, que el presidente Mario Abdo Benítez emitió el Decreto 3525 el 9 de abril, flexibilizando la cuarentena para que obreros de la construcción civil salgan a trabajar… pero el avión de China no llegó y el Gobierno tuvo que dar marcha atrás.

Finalmente, el vuelo 4852 aterrizó en el aeropuerto Silvio Pettirossi el sábado 18 de abril, a las 08:53. Diputados de la oposición, entre ellos Celeste Amarilla, Kattya González, Sebastián García, Sebastián Villarejo, Carlos Rejala, se presentaron a verificar. A simple vista les pareció que los materiales eran de mala calidad. Desde el oficialismo, el diputado colorado Juan Carlos Nano Galaverna los acusó de “terroristas y figuretis” por pretender controlar.

Hubo otros indicios de que algo olía a podrido en la carga del avión de China. Ya había saltado el escándalo de presuntas compras fraudulentas en la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac) y en Petróleos Paraguayos (Petropar), provocando la renuncia de sus titulares Édgar Melgarejo y Patricia Samudio. Melgarejo está imputado y con prisión domiciliaria; Samudio, bajo investigación fiscal. Ambas instituciones siempre fueron antros de corrupción, pero costaba creer que, en el entorno de Salud, en donde el ministro Julio Mazzoleni y miembros de su equipo son los héroes de la resistencia contra el Covid-19, se metería mano en la lata.

Vecinos del barrio San Vicente alertaron que en un depósito de una sobrina de la senadora colorada Lilian Samaniego se ensamblaban camas traídas en el carguero. El empresario importador Ignacio Pidal aseguró que Melgarejo, siendo presidente de la Dinac, le pidió sobrefacturar a 200 dólares cada cama para Salud que él ofreció a 110 dólares. Otra vez el viejo esquema de empresas de maletín creadas para acaparar millonarias licitaciones estatales, en donde jovencitas de 20 años aparecen como prestanombres de legisladores, políticos y empresarios en las sombras.

En medio del escándalo, el ministro Mazzoleni informó que la esperada carga del avión de China debió ser rechazada porque los insumos no cumplen los requerimientos. Aseguró que no hubo sobrefacturación y no se perderá dinero, pues el seguro cubre el adelanto del 20% dado a las proveedoras, pero no quiso admitir que otras cosas sí se perderán. El avión que llegó de China trajo un cargamento trucho inservible y se llevó de vuelta buena parte de la confianza en las autoridades que, en medio de la pandemia, se consideraban intachables. Aunque Mazzoleni asegure que “todo está bien”, hay renuncias de altos directivos de Salud ligadas a las sospechadas compras, con motivos que no se explican y se disimulan como “cuestiones personales”. ¿A quiénes protege el ‘capitán’? ¿Qué es lo que no nos cuenta?

El avión que llegó de China se llevó en su retorno también días de sufrimiento en cuarentena, exigidos a la gente para ganar tiempo y equipar hospitales, pero esto aún no se ha cumplido. Los médicos siguen reclamando que no tienen los equipos de bioseguridad, aunque algunos sean despedidos por hacer dichas denuncias.

¿Llegará otro avión de China a devolvernos todo el tiempo y el dinero perdidos, las esperanzas arrasadas, el arrebatado sueño de un país sin corrupción?

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del sábado 2 de mayo de 2020.


La amenaza desde el Brasil

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

No sirve de mucho cerrar con candados el Puente de la Amistad entre Ciudad del Este y Foz de Yguazú, ni poner alambradas en la avenida que divide a Ponta Porã con Pedro Juan Caballero, ni cavar trincheras en el camino que separa a Paranhos de Ypejhú, ni estacionar camiones y ómnibus bloqueando el paso entre Mundo Novo y Salto del Guairá.

Hay videos grabados que muestran a numerosos jóvenes brasileños pasando tranquilamente a la noche bajo las alambradas para no perder sus estudios en las universidades paraguayas, sin que sean controlados si son portadores del Covid-19.

La frontera seca entre Paraguay y Brasil tiene 438 kilómetros de extensión desde Salto del Guairá, Canindeyú, donde acaba el límite fluvial del río Paraná, hasta Bella Vista Norte, en Amambay, donde comienza la divisoria del río Apa y el arroyo Estrella. En gran parte el límite es apenas un polvoriento camino de tierra o un descascarado hito de cemento en medio de la nada, sin ningún tipo de vigilancia.

Si alguien quisiera entrar ilegalmente de Brasil a Paraguay, bastaría con trasladarse hasta unos pocos kilómetros en las afueras de cualquier ciudad de la frontera seca (en Brasil casi no existen restricciones de movilidad) y cruzar a pie, en moto o a caballo, por algunos de esos sitios desguarnecidos.

No existen cámaras de circuito cerrado entre los árboles o los pastizales. No hay patrullas ni ejército suficiente para cubrir tamaña extensión limítrofe.

Este es el verdadero peligro que nos acecha y no el de los compatriotas que se aglomeran en el Puente de la Amistad pidiendo retornar legalmente con todo derecho a su patria, aquellos que se exponen a las inclemencias del frío, el sol o la lluvia, sabiendo que luego deberán cumplir largas cuarentenas en los albergues, y que además serán víctimas de estigmatización por parte de compatriotas poco solidarios, pero se someten igual a todo este calvario porque quieren hacer las cosas de manera correcta.

El Brasil, vecino país con el que nos une una historia conflictiva e intereses geopolíticos, se ha vuelto el mayor foco potencial de contagio del Covid-19 debido principalmente a la irracional actitud de su presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien menosprecia los efectos de la pandemia. Las últimas cifras reportan 16.196 muertes y 243.968 casos confirmados. Un estudio de la Universidad de Washington estima que más de 88.000 personas morirían en Brasil para agosto si no se cambia la manera de enfrentar la pandemia.

Sin que sea una actitud xenófoba, el Gobierno paraguayo debe asumir una postura más crítica ante el riesgo de un contagio masivo desde Brasil, reforzando el control de las fronteras, principalmente en las zonas más permeables, y por sobre todo cortando de raíz el contrabando de productos que siguen llegando desde el otro lado con igual riesgo de transmitir el temible virus.

Sería una pena que todos los esfuerzos que hemos realizado en estos meses de pérdidas económicas, laborales, culturales, afectivas y hasta de salud mental, con importantes logros en términos de control de la pandemia, se echen a perder por no tener el debido cuidado ante una nueva invasión.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 17 de mayo de 2020.

El Rey de Alemania que tenía un falso documento paraguayo

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Peter Fitzek, de grupos de extrema derecha a los que se vincula al padrastro de Juliette, estuvo en Paraguay y se entrevistó con autoridades. Pretendía instalar una fábrica de reciclados.


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

La búsqueda de pistas sobre la desaparición de la niña Juliette permiten hallar singulares historias, como la de un pintoresco personaje de la extrema derecha, Peter Fitzek, autoproclamado Rey de Alemania, quien estuvo casi desapercibido en Paraguay en 2012, se entrevistó con autoridades nacionales, propuso invertir en una fábrica de reciclados en Emboscada y adquirió un registro de conducir falso.

Al verificar los antecedentes de Reiner Helmut Oberüber, el padrastro de Juliette, actualmente imputado por la desaparición de la niña, resalta que en 2014 el mismo fue desvinculado de la Sociedad Alemana de Asesoramiento sobre Políticas (Degepol) por pertenecer a la organización de extrema derecha Ciudadanos del Reich (Reichsbürgerbewegung) que rechaza la legitimidad del Estado moderno alemán y reivindica al Reino de Prusia de antes de la Primera Guerra Mundial.

Este Reich tiene a su propio rey autoproclamado, el activista político alemán Peter Fitsek, quien habría conocido a Reiner en su país, y con quien se habría reencontrado en Paraguay con proyectos de negocios inmobiliarios para atraer a europeos.

VÍNCULOS. En el foro del periódico digital paraguayo en alemán Wochenblatt, el usuario Wolfang destaca que Peter Fitsek, “colega de (Reiner) Oberüber” estuvo en Paraguay en “una visita de Estado, queriendo establecer un nuevo reino”.

El diario digital San Lorenzo PY, en una publicación del 29 de junio de 2012 registra que Peter Fitsek, acompañado de Carlos Vera Bordaberry, Andreas Pfeiffer y Martin Schulz, mantuvo una entrevista con el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Bogado, a quien le presentaron “una propuesta que guarda relación con labores que desarrollan desde sus empresas en Alemania, basadas en el aprovechamiento de la basura para la generación de energía y otros productos aprovechables”.

La información agrega que “ya cuentan con un predio en la ciudad de Emboscada, en donde prevén instalar las obras tecnológicas que permitan cumplir con los objetivos trazados”. ¿Sería acaso en Monte Pacará, en Emboscada, donde Reiner Oberüber busca desarrollar un proyecto inmobiliario para extranjeros, de donde presumiblemente desapareció la niña Juliette?

NEONAZISMO. Sitios digitales de Alemania destacan la actividad política de Oberüber y Fitsek en la organización Ciudadanos del Reich, a la que analistas políticos consideran una vertiente del neonazismo.

Fitsek instauró en 2011 su reino en una propiedad de 9 hectáreas en Wittenberg, al sur de Berlín, llamado NeuDeutschland (Nueva Alemania), con unos 4.500 miembros, instaurando su propia moneda, un banco y seguridad social.

En 2017 el Rey fue condenado a tres años y medio de cárcel por negocios bancarios ilícitos. En 2014 fue detenido por conducir su automóvil sin licencia legal. En la ocasión mostró un registro de conductor de su reinado y otro del Paraguay que, según declaró, lo compró en Asunción.

El periódico alemán Welt reporta la crónica de su comparecencia ante el juez: “El ‘rey’ finalmente saca una licencia de su bolsillo… que afirma haber adquirido en Paraguay y que el experto ya había identificado como una falsificación total”.

UN REY EN PAPUAGUAY. En el blog Sonnenstaatland (Estado del Sol), Peter Fitzek publica un reporte en tono de broma acerca de su viaje a Papuaguay (como llama al Paraguay), con una foto frente al Palacio de los López.

Describe en alemán que visitó el país del 3 al 13 de noviembre de 2013 y compró la licencia de conducir por 50 ocken (moneda de su reino) en una tienda. Dice que aprendió a hacer ladrillos con bosta de cabras en una olería. Habla del proyecto de producir 40 millones de ladrillos por día en nuestro país.

Entre las fotos hay una en donde él aparece con su corona dibujada, saludando al actual ministro de Obras Públicas (entonces senador) Arnoldo Wiens, a quien le dibuja un casco de Vikingo.

La disparatada crónica del pretendido Rey alemán en tierras guaraníes podría tener relación con los intentos de negocios de tierras y supuestas inversiones, combinadas con operaciones políticas de extrema derecha, que se van configurando en torno al caso de la desaparición de la niña Juliette.
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(Publicado en el diario Última Hora de Asunción, edición del domingo 24 de mayo de 2020) 
Foto del “rey” alemán con el “vikingo” Wiens, actual ministro de Obras.
Rey en joda. En un blog, Peter Fitsek cuenta su visita al Paraguay o “Papuaguay”
Cuento de hadas. El día en que Fitsek juró como rey del supuestamente antiguo Reich.
El “rey” Fitsek en entrevista con Víctor Bogado, entonces presidente de Diputados, para una inversión en Emboscada.





El capitán de un barco con piratas

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Un periodista brasileño contó en la revista Vejaque había entrado a una tienda de Ciudad de Este a consultar precios de una notebook. El dueño mostró varios modelos a precios ventajosos, pero ninguno tenía marca visible. Cuando el colega rapai preguntó, el otro respondió con una ancha sonrisa: “No se preocupe, amigo. Usted elige de qué marca quiere y nosotros le colocamos en el acto”.

Creí que era una maliciosa leyenda antiparaguaya, pero en estos días vimos en un video a empleados de las empresas proveedoras de insumos médicos al Ministerio de Salud colocando las marcas a los productos traídos en un avión desde China, luego de haberlos desembarcado. Gran parte de los equipos supuestamente de alta seguridad fueron traídos sin marcas, despachados en Aduana y recién después se les colocaron las etiquetas. No es un invento. El video fue entregado a la Fiscalía y el irregular procedimiento es reconocido por el propio ministro Arnaldo Giuzzio, titular de la Comisión Especial de Control y Supervisión de Compras Covid.

Es una más de las tantas irregularidades en torno a las millonarias compras realizadas en carácter de emergencia para Salud ante la pandemia del Covid-19. La figura heroica del ministro de Salud, Julio Mazzoleni, y su buena gestión para contener al amenazante virus –presentado como el capitán de un barco que va venciendo las tormentas– se va desdibujando cada vez más, y por detrás la del propio presidente de la República, Mario Abdo Benítez.

Los buenos resultados sanitarios exhibidos con orgullo por el mandatario ante la 73ª Asamblea Mundial de la Salud, esta semana, palidecen frente al lapidario informe final de la Contraloría, que asegura que la adquisición de insumos y camas hospitalarias por parte de las empresas proveedoras Imedic SA y Eurotec SA, vinculadas al denominado clan Ferreira, estuvo viciada de irregularidades “en todas sus etapas”.

Ante la comprobación irrefutable, tras varios intentos por salvar al menos parte de las compras, Mazzoleni tuvo que tirar la toalla y comunicar que rescindía totalmente el contrato. No admite que hemos perdido 70 días en cuarentena esperando que compren buenos equipos de manera correcta para equipar los hospitales públicos ante un posible contagio masivo, lo cual no ha sucedido.

Tampoco quiere hacerse responsable de una denuncia criminal ante la Justicia contra los responsables de la estafa. “Ya lo hicieron los diputados”, se lavó higiénicamente las manos, a tono con las indicaciones sanitarias, en la misma actitud con la que aceptó renuncias y cambios de varios directivos de Salud, sin explicar motivos ni exigir castigos, cuando estalló el primer escándalo.

Aplaudido por la buena gestión sanitaria para contener la pandemia, pero cada vez más cuestionado (al igual que Marito) por no animarse a cortar de manera firme y clara la pandemia de la corrupción, el aplaudido capitán, al que muchos dedican poemas de Walt Whitman (“¡Oh captain! ¡My captain!”) como en la película La sociedad de los poetas muertos se está convirtiendo en el capitán de un barco tripulado por piratas muy vivos, que podría acabar arrastrado por otra tormenta más jodida, la de los miserables que no renuncian a robar el dinero del pueblo en medio del hambre y la necesidad.


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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 24 de mayo de 2020.

El padrastro de Juliette y la ultraderecha alemana

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Reiner participó de campañas con el Rey Peter Fizek en Alemania, quien vino al Paraguay en misión diplomática. Más detalles sobre una peculiar relación política.

Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

¿Se conocía Reiner Helmut Oberüber, el padrastro de la desaparecida niña Juliette, con el líder del movimiento político alemán de ultraderecha, Peter Fitzek, autoproclamado Rey de Alemania, quien visitó el Paraguay en una supuesta misión diplomática?

No solamente se conocían, sino que ambos habían realizado juntos campañas a favor del Movimiento Ciudadanos del Reich (en alemán: Reichsbürgerbewegung), que rechaza al actual Estado de Alemania y reivindica al Reino de Prusia, anterior a la Primera Guerra Mundial, tal como lo prueban varias publicaciones del país europeo.

El periódico semanal paraguayo en alemán Wochenblatt divulgó el domingo en su sitio digital un video de la cuenta Neuzeit de YouTube (se puede ver en este enlace), en donde se observa a Reiner Oberüber compartiendo el escenario junto Peter Fitzek y varios otros dirigentes de la ultraderecha alemana. Según los datos, fue durante un congreso del sector político, realizado en la ciudad de Stuttgart, Alemania, el 29 de noviembre de 2014.

Allí, tanto Fitzek como Oberüber cuestionan la legitimidad del Estado moderno alemán y defienden el antiguo Reich y llaman a sus conciudadanos a unirse al movimiento.

EN PARAGUAY. El historial de Reiner Oberüber en Alemania indica que en 2014 fue desvinculado de la Sociedad Alemana de Asesoramiento sobre Políticas (Degepol) justamente por pertenecer a “Ciudadanos del Reich”, organización a la que se considera ilegal.

Tras este episodio, Reiner habría emprendido viajes como entrenador y orientador espiritual, hasta recalar en Paraguay, donde inició el proyecto inmobiliario de Monte Pacará, en Emboscada, buscando principalmente atraer a europeos y relacionándose con otros inmigrantes alemanes. Fue allí también donde conoció a Lilian Zapata, madre de la niña Juliette, con quien formó pareja.

LA HUELLA DEL REY. Coincidentemente, fue también Emboscada la región elegida por Peter Fitzek, el autoproclamado Rey de Alemania, para proponer un proyecto de reciclados junto a socios alemanes y paraguayos.

A pesar de ser una exótica celebridad política internacional, Fitzek realizó una visita al Paraguay en 2012, que pasó localmente desapercibido. Él lo presentó después como una “misión diplomática” para establecer relaciones entre su reino no reconocido y el Paraguay.

Aunque luego han sido borradas de su página en Internet, se han hallado fotos y reportes de su visita a través de Wayback machine, la base de datos que permite recuperar archivos perdidos en la red.

Allí aparecen más registros de la entrevista del Rey con el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Bogado; con el dirigente colorado Pompeyo Lugo, hermano del entonces presidente de la República, Fernando Lugo; también aparece en una foto con el ministro de la Corte Suprema de Justicia, César Garay Zuccolillo.

“En marzo de 2012, Peter, acompañado por el camarógrafo Martin, voló a Paraguay para establecer nuevas relaciones diplomáticas y ver una nueva tecnología para la generación de energía”, destaca el texto traducido del alemán.

COMPAÑEROS. En sus reuniones en nuestro país, el presunto Rey de Alemania estuvo acompañado del entonces joven abogado Carlos Vera Bordaberry, actual defensor del Pueblo adjunto, y del inmigrante alemán Andreas Pfeiffer, poblador de Cordillera, quienes secundaron su proyecto de instalar una planta recicladora para producir energía, en un terreno de Emboscada, justamente en la misma región actualmente bajo la lupa por la desaparición de Juliette, vinculado a su ex socio Oberüber.

En el proyecto, que finalmente no se llevó a cabo, Fitzek menciona al científico alemán Dieter Peter Petry, inventor de una tecnología denominada Reactor de Materia Orgánica (RMO), a quien presenta además como miembro de la Neudeutschland o Nueva Alemania, como se conoce a su reinado ilegal.

En los reportes, Fitzek menciona que estuvo en Paraguay en marzo de 2012, en junio de 2012 y en noviembre de 2013. Posteriormente, en 2014 fue detenido en Alemania y exhibió un registro de conductor adquirido en Paraguay, que según la justicia alemana era un documento falso.

El único medio que lo reportó en nuestro país fue el semanario en alemán Wochenblatt, en su edición del 25 de febrero de 2016. “La policía lo sorprendió conduciendo dos veces sin licencia en 2014. En la segunda reunión, mostró a los funcionarios la licencia de conducir paraguaya, que aparentemente fue confiscada”, destacó.

Referentes de la comunidad alemana en Paraguay sostienen que Oberüber continuó sosteniendo sus ideas políticas de extrema derecha entre inmigrantes europeos, con quienes se vinculó en relaciones comerciales y desde su proyecto inmobiliario de Monte Pacará, Emboscada, muy promocionado en el sitio web Paraguaypionnere.com, en idioma alemán, para atraer a inversionistas europeos, pero que al parecer por el momento ha sido dado de baja en la web.

Desde hace unos días, el sitioParaguaypionnere.com no muestra ningún contenido y aparece con un cartel en alemán que explica que el mismo “está en mantenimiento”. También la cuenta “Paraguay-Pioniere” en YouTube, donde estaba alojado el material promocional del emprendimiento, ha sido vaciado de todo contenido.

Los referentes de la comunidad alemana en Paraguay que nos han proveído valiosos datos no descartan que exista relación con la hasta ahora inexplicable desaparición de la niña Juliette.
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(Publicado en el diario Última Hora de Asunción, edición del miércoles 27 de mayo de 2020. Esta versión en el blog tiene los agregados de más datos y fotos)


Leer la nota anterior: 


Reiner Oberüber, padrastro de Juliette y Peter Fitsek, haciendo campaña por la ultraderecha en Alemania
Peter Fitzek con el ministro de la Corte César Garay Zuccolillo y otras personas.
Peter Fitzek ingresando al edificio del Cabildo (Congreso), en Asunción, Paraguay.
El sitio web "Paraguay-Pionere,com", que promocionaba el emprendimiento inmobiliario de Monte Pacará, en Emboscada, en idioma alemán, ha sido desactivado en Internet. 
El "Rey" Peter Fitsek junto con Pompeyo Lugo y el actual defensor del pueblo adjunto, Carlos Vera Bordaberry.

Peter Fitzek, el autoproclamado "Rey de Alemania", con el entonces presidente de Diputados, Víctor Bogado.

Los tuits de Giuzzio

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Si hay cosas que te pueden joder el día son los tuits de un ex fiscal anticorrupción a las 6 de la mañana, justo cuando te preparabas a dar una conferencia de prensa sobre la cuarentena sanitaria.

Le sucedió el jueves al ministro de Salud, Julio Mazzoleni, cuando se divulgó el informe de la Comisión Especial de Supervisión y Control de Compras, presidida por Arnaldo Giuzzio, confirmando que se montó un esquema delictivo para compras fraudulentas de insumos médicos con dinero del Estado. No le quedó más opción que atrincherarse en su hierática sonrisa, decir que no leyó aún lo de Giuzzio y anunciar que cancelará los objetados llamados a licitación.

Más que el informe, provocaron pánico los siete tuits que el ex fiscal disparó al hilo antes del desayuno. Giuzzio desarmó la excusa de Mazzoleni de que hubo errores “de buena fe” en las compras por el apuro de la emergencia. “La declaración de urgencia impostergable para la adquisición de insumos o equipos en aras de hacer frente a la Pandemia del Covid-19 no puede ser excusa para una implementación irregular de procesos de compra, ni utilizarse para tapar acciones negligentes en nombre de la Salud”, le bajó Giuzzio en su tuit. Más claro, agua (tónica).

El informe dice que no hay consistencia entre las fechas de designación del Comité de Evaluación del Ministerio de Salud y el inicio del trabajo de sus miembros, confirmando que suscribieron el acta de una compra ya decidida. ¿Mazzoleni sabía que se preparaba una millonaria estafa, la avaló hasta que saltó a luz y recién entonces tomó distancia, sin despedir ni denunciar a los funcionarios involucrados? ¿O no sabía y fue engañado en su buena fe? Entonces, ¿por qué sigue defendiendo la “presunción de inocencia” de los involucrados y se muestra tan poco firme ante la corrupción?

Arnaldo Giuzzio es un tipo cuya visión sobre la vigilancia digital puede ser cuestionada, como cuando impulsó la frustrada “Ley Pyrawebs” como senador, pero es uno de los más coherentes y obstinados luchadores contra la mafia que emergieron dentro del sistema, hasta ahora. Parco y medido al igual que Mazzoleni, no rehúye a la exposición mediática, pero la evita en lo posible. Cada tanto usa Twitter para dejar su huella política. No tiene la asiduidad del ministro de Salud ni tampoco su popularidad (Mazzoleni tiene 437,9 mil seguidores en Twitter, Giuzio tiene 46,1 mil). Informar sobre corrupción no produce el mismo interés que el número de casos de Covid-19, pero probablemente ambos sean esenciales e importantes. El coronavirus nos acecha desde hace tres meses y a veces mata. La corrupción nos acecha desde siempre y siempre mata.

Detrás está Marito, el contradictorio presidente que dice no tolerar la corrupción, pero se enoja cuando los fatos salen a luz y alega que las denuncias obedecen a una persecución política contra su Gobierno y su ministro preferido. El mandatario que respalda a full a Mazzoleni y le duele sacar del Gobierno a sus amigos políticos como Beto Melgarejo (Dinac) o Patricia Samudio (Petropar) a quienes debe favores políticos y económicos de su campaña electoral, pero ante la indignación ciudadana pone a Giuzzio a controlar, quizás sabiendo que Giuzzio es un incontrolable.

En lo personal continúo siendo fiel seguidor de los tuits de Mazzoleni, pero les doy cada vez más atención a los tuits de Giuzzio.
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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 7 de junio de 2020.

La democracia en cuarentena

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

Es lo que ocurre cuando creemos estar al borde del Apocalipsis. Acabamos normalizando que el Estado intervenga, cierre fronteras, decrete cuarentenas, ponga barreras policiales y militares, nos prohíba salir de nuestras casas, use nuestro dinero para fondos de emergencia y meta en la cárcel a los rebeldes que osan desafiar las órdenes de la autoridad.

Así nos han acostumbrado tantas películas y novelas de terror biológico y dictaduras futuristas, o nuestra propia historia de largas tiranías y democracias corruptas. Ante el miedo global, la primordial reacción es la de los polluelos que buscan cobijo y protección bajo las alas de mamá gallina, aunque los que manejan el gallinero sean habitualmente déspotas y corruptos.

Cuando llegó la pandemia estábamos tan temerosos de que el fin del mundo nos agarre desprevenidos, sin cama reservada en algún desguarnecido hospital público, que acabamos aceptando de buen grado que el Gobierno decrete un estado de excepción sin ser un estado de excepción, apenas un paquete de medidas en base al Código Sanitario (Ley 836 de 1980) heredado de la dictadura stronista. Revalorizamos el rol del Estado y la importancia de la salud pública, fingiendo olvidar que por tanto tiempo el Estado paraguayo ha sido un Estado fallido, autoritario, corrupto e insensible ante las necesidades de una mayoría pobre y marginada.

Al ver que levantaban murallas a nuestro alrededor para hacernos sentir seguros, aplaudimos como héroes a quienes apenas meses atrás considerábamos villanos, sin darnos cuenta que esas mismas murallas que hoy supuestamente nos mantienen a salvo del temible virus, también nos han quitado nuestras libertades públicas, nuestras fuentes de ingreso, nuestro pan en la mesa y nuestros mejores sueños de un país con igualdad de derecho, justicia social y libertad compartida.

A casi 100 días de este estado de sitio que no es estado de sitio, seguimos sin indignarnos debidamente por los millonarios esquemas de delincuentes políticos y socios del poder para apropiarse del dinero público en nombre de salvarnos la vida. “Están haciendo bien su trabajo médico, no importa que nos roben”, es la consigna. O si la Policía dispara a matar contra una familia que decidió no pasar por una barrera de control, dirigimos el dedo acusador contra el papá irresponsable, por más que un ministro de la Corte nos explique que no ha cometido ningún delito, o que las barreras de control no tienen un respaldo constitucional. No nos interesa. Queremos que el Gran Hermano nos vigile siempre. Nos gusta agachar la cabeza y decir Sí Señor, Volvé mi General.

Afortunadamente existen personas como la activista social María Esther Roa y sus compañeros y compañeras, que no agachan la cabeza y salen a la calle a manifestarse, por más que no guarden la distancia sanitaria que a ellos se les exige, pero a tantos otros se les tolera, y sean imputados por un servil sistema de Justicia mientras tantos legisladores y políticos ladrones siguen libres e impunes. Mi solidaridad con María Esther y con quienes sufren la criminalización por defender los derechos civiles y oponerse a la corrupción. Más temprano que tarde, la democracia también saldrá de su cuarentena.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 14 de junio de 2020.


Gracias, Leonardo DiCaprio

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Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman


Estimado Leo: Te agradecemos infinitamente que hayas publicado en tu cuenta de Instagram la estupenda e impactante foto del colega Jorge Saenz sobre la terrible polución que sufre la Laguna Cerro, en la compañía Piquete Cué de Limpio. Gracias al escándalo y a la presión internacional que provocaste, después de cuatro meses de infructuosas denuncias locales, las autoridades del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) se animaron a cancelar la licencia ambiental que ellos habían otorgado y pedir el cierre definitivo de la industria impunemente contaminadora.

Sabemos que lo hiciste por tu motivación ecologista, convencido de que el cuidado de la naturaleza es fundamental para garantizar el futuro. Aunque haya quienes lo vean como una simple pose progresista, para quienes nos sentimos viviendo siempre un poco al borde del Apocalipsis, es una acción fundamental.

Te confieso que nos causa un poco de vergüenza ajena que tenga que intervenir un famoso actor de Hollywood para que nuestras autoridades nos hagan caso, pero así son las cosas por aquí, en este país mágico pero corrupto llamado Paraguay que alguna vez deberías venir a conocer personalmente, para conocer las bellezas naturales que aún quedan en pie y que con mucho esfuerzo algunos tratamos de proteger. A veces nos sentimos un poco como ese tenaz trampero Hugh Glass a quien encarnaste en la película El Renacido del mexicano Alejandro González Iñárritu, que te permitió lograr el ansiado Oscar: sobrevivientes de un paraíso continuamente agredido, en donde los gobernantes y las clases dominantes buscan imponer el lucro comercial al interés colectivo.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con nuestro bello e inmenso Chaco, territorio que nuestros abuelos defendieron con sangre en una cruenta guerra en el siglo pasado. Es considerado el segundo ecosistema más importante de Sudamérica, pero está en peligro de convertirse en un desierto. La deforestación ya arrasó con una superficie del tamaño de Suiza, pero la impunidad sigue.

El caso en el que te tocó intervenir es uno más entre tantos, en el que los gobernantes facilitan abrir industrias con la ilusión de que nos traerán el progreso. “Usen y abusen del Paraguay”, había proclamado el anterior presidente a supuestos inversores extranjeros. Así se instaló en Limpio la empresa de curtiembre WalTrading SA. Obtuvo licencia ambiental y arrojó sus efluentes a la bella laguna Cerro, en el mismo ecosistema donde florecen las encantadoras plantas acuáticas conocidas en guaraní como yacaréyrupê (Victoria cruziana). Los vecinos alertaron sobre el violento cambio de color del agua y el olor pestilente, pero las autoridades solo enviaron fiscalizadores a observar y a hacer nada. Recién cuando tu posteo sacudió al mundo, reaccionaron y descubrieron que se estaba cometiendo un crimen ecológico.

Gracias, Leo. Vení cuando quieras, o cuando el Covid-19 te lo permita. En Paraguay te sentirás como en casa y hasta en ambientes similares al de algunas de tus más famosas películas. Aquí también tenemos a un capitán al que hemos aplaudido por conducir muy bien el barco médico gubernamental contra la pandemia, pero que en estos días se va hundiendo inevitablemente como el Titanic.

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Publicado en la columna Al otro lado del silencio, sección Opinión, del diario Última Hora de Asunción, Paraguay. Edición del domingo 23 de agosto de 2020.

El bebé al que la dictadura le robó la historia

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Emilio Cricera fue arrancado de su madre en 1966, entregado a quienes fingieron ser sus padres biológicos. Hoy demanda recuperar su verdadera identidad.


Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

(Fotos e imágenes: Desirée Esquivel - Apoyo en video: Codehupy).


Emilio Félix Cricera Evaly tenía 30 años de edad en 1996, cuando descubrió que él no era quien sus padres y sus documentos aseguraban. En realidad, tenía otro nombre, otros padres, otra identidad, otra historia.

Sucedió cuando, en su casa de Buenos Aires, halló unos papeles de quien creía era su papá biológico, Emilio Cricera, argentino, ya fallecido, en donde este le contaba cosas íntimas a un amigo. Con fecha de tres días antes del supuesto nacimiento de su hijo, no mencionó que su esposa, la paraguaya Celia Nilda Evaly, estaba a punto de dar a luz.

“Si mi papá estaba tan contento de tenerme como hijo único, ¿por qué no había contado nada a su amigo? Encaré a quien decía ser mi mamá, discutimos mucho y al final reconoció: “¡Vos no sos mi hijo!’”, narra Emilio, veinticuatro años después de aquel día en que sintió que el mundo se le vino abajo.

Celia Nilda se negó a darle más datos de su verdadera historia. “Me dijo muchas mentiras, que me habían traido del Brasil, hasta que ella falleció, llevándose mi secreto a la tumba”, narra.

“Viajé al Brasil, viví allá un tiempo, hasta que tomé contacto con unos primos, hijos de una hermana de mi madre apropiadora en el Paraguay, con quien ella estaba peleada, a la que considero mi madre del corazón, mi tata, quien me dijo: vos te llamás Jorge Luis y te llevaron siendo bebé del orfanato Santa Teresa”, agrega.

BÚSQUEDA. Emilio/Jorge Luis logró que la directora del actual Hogar Infantil Santa Teresita le permita acceder a los archivos. Sobre la avenida Eusebio Ayala (frente al local de la Justicia Electoral), allí funciona una guardería y es sede de los Centros de Bienestar de la Infancia y la Familia (Cebinfa). En épocas de la dictadura, el orfanato llegó a estar bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Alfredo Stroessner.

“Busqué datos durante días, revisando expedientes de todos los niños llamados Jorge Luis que ingresaron entre 1965 y 1968, hasta llegar casi a la certeza de que mi verdadero nombre era Jorge Luis Gómez Arena, y que mi madre fue María Olga Gómez, presa en la Comisaría Tercera, famoso lugar de detención y tortura de presos políticos, y luego en la Cárcel del Buen Pastor, donde se pierde su rastro, está desaparecida”, relata Emilio.

Su laberíntica búsqueda lo llevó al hogar familiar de los Gómez, en una humilde comunidad rural de Altos, Cordillera. “Cuando llegué y dije quién era, no lo quisieron creer. Según mi abuela, Laureana Isabel, les aseguraron que yo había muerto. Del paradero de mi mamá no sabían nada. Obtuve una muestra de ADN de mi abuela y el análisis comparativo con el mío reveló un 84% de compatibilidad”, indica.

APROPIACIÓN. Entre muchas dudas, Emilio hoy tiene certeza de que autoridades de la dictadura mintieron a su abuela (quien varias veces intentó rescatarlo del orfanato), asegurando que él había fallecido, cuando en realidad le “regalaron” siendo un bebé al matrimonio formado por el argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly. Cree que el nexo fue una mujer llamada Aurora Coronel.

Le crearon documentos (auténticos, pero de contenido falso) como una partida de nacimiento en que consignan su fecha de nacimiento el 12 de marzo de 1967 (cuando en realidad habría nacido el 11 de octubre de 1966).

De su madre sabe poco. Un informe policial de la Comisaría Tercera, firmada por el comisario Augusto Moreno, refiere que ella la abandonó en la vía pública, pero él considera que son mentiras. “Mi madre es una desaparecida, aunque no figure en las listas de las organizaciones de derechos humanos. Borraron todos sus registros. La policía allanó su casa en Altos y secuestró todas sus fotos y sus documentos. Ni siquiera tengo una imagen de cómo era ella, solamente un gran amor a su memoria”, indica.

Emilio/Jorge Luis presentó una denuncia oficial ante la Fiscalía, con patrocinio de la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy) por Desaparición Forzada de Personas y Múltiple Violación de Derechos Humanos.

“Sé que muchos creían que en el Paraguay no hay casos de apropiación de bebés durante la dictadura stronista, como las que se cuentan en organizaciones como H.I.J.O.S. o Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en la Argentina, pero existen. Soy el primero de ellos que sale a luz y seguramente hay más. La dictadura desapareció a mi mamá y me robó la identidad. La quiero recuperar”, destaca.


BUSCANDO A MAMÁ.
No solamente le cambiaron su identidad y lo entregaron a otra familia. Además, desaparecieron a su mamá, María Olga Gómez.

“A la hora 13 del 20 de octubre de 1966, llega una camioneta celular de la Policía, conduciendo a un oficial y agentes, quienes traen a un recién nacido, portador de la siguiente: Nota N° 237, señora directora del Hogar Infantil. ESD. Tengo el agrado de dirigirme a Ud., con el objeto de solicitar la internación en esa institución del menor Jorge Luis, quien fuera hallado en la vía pública…”

Así dice el informe de una asistente social sobre el “Caso N° 578, Jorge Luis”, que Emilio Félix Cricera Evaly pudo rescatar del archivo del Hogar Santa Teresita, de donde fue apropiado ilegalmente en 1967 y entregado al matrimonio del argentino Emilio Cricera y la paraguaya Celia Nilda Evaly, quienes obtuvieron una partida de nacimiento con un nuevo nombre, otra fecha de nacimiento y en donde ellos figuran como padres biológicos del bebé.

La nota de la entrega del bebé al Hogar Infantil Santa Teresa o Santa Teresita (que en épocas de la dictadura estuvo bajo la dirección de María Olivia Chelita Stroessner, hija adoptiva del general Stroessner) está firmada por el comisario Augusto Moreno, en ese entonces titular de la tristemente famosa Comisaría Tercera, uno de los más tenebrosos locales en donde eran detenidos y torturados los presos políticos, varios de ellos considerados desaparecidos.

ABANDONO. Según el relato del expediente, en la patrullera que llevó al bebé con apenas 8 días de nacido al hogar (sobre la avenida Eusebio Ayala, frente a la Justicia Electoral), también se hallaba la madre, María Olga Gómez, quien en esa época tendría 18 años, y que era trasladada a la Cárcel del Buen Pastor, tras haber estado presa en la Tercera con su hijo.

La asistente social cuenta que pudo hablar con la madre antes de que la lleven. Sostiene que la mujer admitió haber abandonado a su hijo en la entrada de una casa, por “estar desesperada”, ya que su “patrona” no admitía a empleadas con hijos y el padre del niño (marino de la Flota Mercante) la había abandonado. También admitió haber huido de su casa familiar en Altos. Pidió que le devuelvan a su hijo y no la lleven a la cárcel, pero no le hicieron caso.

VENGANZA. Emilio cree que muchas afirmaciones del informe son falsas, porque descubrió otros datos que hablan de una especie de venganza por parte de una persona poderosa en Altos contra su madre.

En su denuncia ante la Fiscalía de Derechos Humanos, revela que sus familiares contaron que “alguien de mucho poder económico en la ciudad de Altos estaba interesado en mi madre, y al no tener reciprocidad, fue quien mandó al proceder irregular de la Policía, ya que María Olga había venido a Asunción escondiéndose de quien le pretendía”.

Desde el Buen Pastor, María Olga se comunicó con su madre, Laureana Isabel Ojeda, para que recupere al bebé. “Mi abuela intentó por todos los medios y documentos comprobables de filiación recuperarme y llevarme con los míos, restitución que nunca se pudo dar, porque en el mes de agosto de 1967 fui ‘regalado’ a un matrimonio argentino-paraguayo residente en Buenos Aires”, destaca.

SIN PISTAS. A la abuela le dijeron en el hogar que el bebé había muerto, al igual que su hija María Olga. No entregaron los cuerpos. Debido al dolor, la anciana sufrió pérdida parcial de memoria, según los familiares.

“Me contaron que mientras mi madre estaba detenida, la Policía allanó la casa materna en Altos y se llevó todas las fotos y los documentos de María Olga”, agrega Emilio, quien desconoce las razones de la presunta desaparición, porque su madre no era una activista política conocida.

“Hoy reclamo que el Estado investigue y me diga qué pasó con mi mamá, de quien ni siquiera tengo una foto, porque se llevaron todo. En la Cárcel del Buen Pastor me dijeron que un incendio destruyó los registros de aquella época. Nadie más sabe nada”, dice.

Emilio ha decidido quedarse en el Paraguay. Desde hace más de un año vive en Luque. Ha intentado establecer una relación con su familia materna en Altos, pero siente que hay muchos recelos, miedos y silencios que superar. Confía en que será parte de un proceso.



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